¬ Si hoy nosotros le preguntáramos a Cristo: “¿Dónde vives?”, él nos respondería lo mismo que a los discípulos de Juan: “Vengan a ver”. Pero ciertamente no nos llevaría a donde llevó a los discípulos de Juan.

¬ Ahora nos llevaría a las miserables chozas de cartón y de lámina que pueblan los cinturones de miseria que rodean nuestras ciudades.

¬ Nos llevaría a esos cuartos de vecindad donde se amontonan 10 o 12 seres humanos en las condiciones más antihigiénicas para la salud física... y moral.

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¬ Nos conduciría a los centros de rehabilitación (?) social, donde en nombre de la justicia se cometen tantas y tan atroces injusticias.

¬ Tendríamos que seguir a todas esas comunidades indígenas, víctimas de la explotación, del desamparo y de la miseria.

¬ Nos haría recorrer con él las salas de los hospitales, donde tantos hermanos nuestros sufren no solo del dolor sino la soledad.

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¬ Y no solo veríamos dónde vive ahora Cristo, sino dónde tiene hambre, sed, frío, enfermedades, falta de trabajo y ganas, quizá, de ponerse a beber, olvidar y morir.

¬ Porque desde que Cristo nos dijo que lo que hiciéramos por los pobres lo haríamos por él, Cristo vive donde viven los pobres, los presos, los abandonados,

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¿DE VERAS NOS GUSTARÍA SABER DÓNDE VIVE CRISTO AHORA?
(Colaboración de Luz del Domingo Especial para Diario EL UNIVERSO)