Cada día somos como un material absorbente, una esponja, corazón o cerebro que nunca se colman. Nos sorprendemos de la ayuda a otro humano. De las cosas destructivas, casi no. Vivimos aprendiendo voluntaria o forzosamente.  Vivimos intoxicándonos a veces tan sutilmente que el único que nos alerta con el tiempo es nuestro propio cuerpo.

De las cosas y aptitudes que llamamos nobles, saludables, potables, buenas y culturales de esas nuestro cuerpo no se preocupa, nos agradece, porque difícilmente nos sentiremos enfermos, trastornados, odiados o perseguidos por nuestra voz interior o la de los demás. ¡Desintoxiquémonos!

En todas las partes del mundo tengo la certidumbre que es posible escoger un día entre esos días libres que tenemos o nos provoquemos en el año y negar a nuestro cuerpo la intoxicación. Hacer una pausa en nuestra intoxicación diaria. O, también partir de ese día para reducir la intoxicación. Por ejemplo, no veamos televisión, porque por cada programa cultural hay tres que no aportan en nada.

Publicidad

Juan Marín
23 años, técnico informático.

La importancia de la Educación
Educación, trabajo, alimentación y salud. Estos son cuatro derechos otorgados a cada uno de nosotros. Y el principal es la educación, el cual da comienzo a este ciclo. Como conocimiento podemos obtener un empleo y este nos provee del recurso necesario para nuestra alimentación y salud en el futuro. Actualmente, en el campo de la educación lo que más vemos son huelgas y jóvenes con hambre de aprender.

¿Deseamos tener un futuro próspero con los jóvenes del mañana u obtener u provenir infeliz con personas mediocres? Profesores en general, recuerden: ustedes son el ejemplo de los niños y jóvenes ecuatorianos. No pensar en la recompensa material de su empleo, sino en la cosecha espiritual de lo que ahora han sembrado.

Estudiantes, aprendan de su profesores saquen todo el provecho que puedan de ellos y de la materia que les enseñan. Todo lo que ahora aprenden será provechosos para su futuro como buenos profesionales.

Publicidad

Elías Roldán Pilay
13 años, estudiante de la Unidad educativa Educativa Nueva Semilla