La contratación de una póliza para proteger a usuarios de un transporte de pasajeros de cualquier tipo es obligación del dueño del vehículo, quien debe responder con su chofer por la responsabilidad civil derivada de un accidente por el que hubieren lesionados.

La responsabilidad penal es exclusiva del chofer, no la libera ningún tipo de seguro y es determinada por un juez competente mediante sentencia.

Los daños a terceros se amparan mediante una póliza de responsabilidad civil para el bus o una póliza de auto vehículo con esta cobertura, que permita cumplir con el resarcimiento del perjuicio causado a la propiedad de terceros, o lesiones corporales a transeúntes y a cuyo pago se ha obligado por un juez competente.

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Ahí también puede haber responsabilidad penal, y en cualquiera de los casos el dueño del bus o de otro tipo de vehículo, debe contratar de su peculio una póliza que lo ampare. Según esto, ¿por qué le cobran al usuario lo que es obligación del dueño del bus?  Y si se trata de otro tipo de vehículo que no transporta pasajeros, ¿a quién obligarían a pagar?

La póliza, bautizada como Mi Segurito, debería tener otro nombre, porque cuesta aproximadamente $ 600, al año por bus, lo que determina que los primeros 82 pasajeros por día pagan esa cantidad.

Si los datos de prensa hablan de 500 pasajeros diarios por bus urbano, queremos saber qué destino tendrán los restantes dólares que pagarán los indefensos usuarios. ¿Es esto servicio a la ciudadanía?

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Si la ley exige la cobertura, en el caso de responsabilidad civil o daños a terceros, cada propietario de un automotor debería presentar la póliza como requisito para poder matricular; de esa manera todos estaríamos amparados.

Y en el caso de los vehículos autorizados para transportar personas, además deberían presentar una póliza para ocupantes en la que conste el número de asientos asegurados.

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De esta manera no necesitaríamos un recibo y a nadie le quedaría la duda del procedimiento.

Ab. Freddy Matute García
Guayaquil

Era de esperarse de que en Ecuador la mayoría de usuarios del servicio público se oponga a pagar el seguro a los vehículos.

A diario leo las noticias sobre mi Ecuador, y me entero de la gran cantidad de accidentes de tránsito que suceden en nuestro país, en los que mueren pasajeros y transeúntes sin que a los familiares de estos les reconozcan nada.

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Es importante que hasta para salvar la responsabilidad de quienes conducen o de los propios dueños de las unidades, se mantenga la disposición por ser beneficiosa para ambas partes.

En otros países, asegurar un vehículo público o privado, es obligatorio. En caso de accidente la compañía aseguradora debe pagar los daños que se han ocasionado.

En Italia, por ejemplo, quien no exhibe en el parabrisa o en algún lugar visible del vehículo el recibo al día de la aseguración, no puede circular y si lo encuentran rodando le retiran el automotor hasta que pague el seguro, el servicio de la grúa que se le llevó detenido el carro y el garaje donde estuvo guardado. Todo eso suma una gran cantidad de dinero. ¿Cuál es el motivo de la queja –entonces– en Ecuador? Es hora de pensar en la colectividad, y no solo en los intereses personales.

Marcelino Ortiz Bravo
Milán, Italia

Con respecto a Mi Segurito, este me parece absurdo.

La función de los transportistas y de la Comisión de Tránsito del Guayas es velar y   precautelar la seguridad de los pasajeros dentro de las unidades; por lo tanto, tienen la obligación de preparar a los choferes capacitándolos, para crear en ellos el concepto de servir a la comunidad.

Además, deberían realizar una constante revisión a las unidades para que operen en forma correcta y segura; hacia ahí debe dirigirse la preocupación de transportistas y CTG. Los usuarios no debemos pagar un seguro que no es responsabilidad nuestra.

Ec. Miguel A. Armijos
Guayaquil

Quisiera saber la realidad respecto a este asunto.

Veo comerciales en la televisión en los que parodian que los accidentes son provocados por “terceros”. La realidad es otra; si bien es cierto que hay accidentes provocados por terceros, no es menos cierto que una gran mayoría de conductores de transportación pública tiene licencia, pero al parecer, para destruir.

Y no hablemos de la falta de un verdadero control del estado de las unidades de transporte público; hace poco me subía a una de estas cuya dirección estaba mal, pues mientras el bus circulaba se iba hacia la derecha, y el chofer hacía maniobras notorias constantemente para encauzar la ruta y pese a esa falla el tipo manejaba en una maratónica competencia con otras dos unidades de la misma línea, sin importarle su vida ni la de los pasajeros.

Eso por supuesto no es nuevo. Lo mejor sería que retiren los vehículos de transportación pública en mal estado; que anulen la licencia a los choferes que conducen a toda velocidad; que eduquen a las personas para que manejen con precaución.

Según como se enfoca el comercial del seguro, da la impresión de que dijeran: “No importa que el chofer acelere el pedal hasta el fondo y se estrelle, ya que ustedes tienen un seguro que lo cubre todo”.

¿Por qué debe el usuario cubrir un seguro que la ley obliga al dueño de la unidad a tenerlo? No olvidemos que el usuario no puede leer las pequeñísimas, diminutas letras que aparecen en la parte inferior de la póliza, donde se argumentan las circunstancias bajo las cuales no se cubre el seguro. ¿Se han puesto a pensar cuántas veces las personas suben y bajan en un solo día de una unidad? Tantas veces las uses, tantas veces deberás pagar. ¿A la larga no está recontra pagada la póliza?

Sofía de Buchely
Guayaquil

Veo con cierta incertidumbre que el tan publicitado seguro por daños a terceros, y adquirido por los dueños de las cooperativas de buses, funcione como se promulga.

Nuestra cultura no está acostumbrada a este tipo de cosas que más bien puede convertirse en un arma de doble filo, porque los choferes al sentirse respaldados por esta “innovación”, pensarán: “El seguro paga”, y continuarán manejando con irresponsabilidad y causando accidentes.

Sería bueno que les informen a los choferes que el seguro cuando paga, es porque el caso ha sido en verdad fortuito, ¡y no obra de la irresponsabilidad!

Álex Adum
Houston, EE.UU.

Respecto al seguro en vigencia en unas cooperativas de transporte público del país, quiero recordarles a los usuarios que hay un reglamento de la caja única que se cumple a medias con los famosos controles de relojes.

Por ejemplo, da mucha pena ver el trato que los transportistas dan a los minusválidos, personas de la tercera edad, estudiantes, niños a quienes los obligan a arrastrarse y golpearse al pasar por debajo del torniquete para que este nomarque el valor del pasaje completo.

Debe eliminarse ya ese aparato porque causa maltrato al usuario en general.

Debe hacerse una minuciosa revisión al seguro, pues todos sabemos que con el redondeo, los únicos perdedores somos los usuarios, con el cuento eterno de los choferes de “porque no hay suelto, después le doy el vuelto”, pero nunca nos lo dan.

Podrían cerrar a cinco centavos y subir al doble o triple los beneficios que supuestamente recibirán los deudos, heridos traumatizados, etcétera. También deberían considerarse los atracos, atropellos, asaltos, muchas veces con asesinatos.

Es muy importante dicha revisión, pues generalmente después se aplican las leyes al antojo y solo cubren a los perjudicados lo que les da la gana. De ser posible mediante decreto del Congreso, el pago del seguro debería ser inmediato a los deudos de las víctimas; eso sería lo justo, para que no se espere tanto tiempo como lo suelen hacer las aseguradoras cuando deben pagar.

Félix Medardo Herrera Romero
Guayaquil
Me niego a pagar el seguro. No confío en lo que dicen o prometen. Los transportistas hacen lo que les da la gana.

Acuérdense de la caja común; anunciaron que esta evitaría que los choferes de buses y colectivos circulen a toda carrera para llegar a tiempo a los puestos de controles a marcar tarjeta, y sin embargo las carreras entre una y otra unidad siguen dándose en nuestras calles, y mucha gente continúa siendo atropellada o sufre accidentes al bajarse o subirse de los transportes, así como muchas casas son dañadas por colectiveros que chocan contra estas.

Juana López
Guayaquil
Soy asiduo usuario del transporte público, y es un calvario subirme y bajarme de esos buses o colectivos porque los choferes no detienen la marcha del vehículo.

¿Acaso piensan ciertos transportistas que con el seguro ya no importa si el pasajero se cae y se queda inválido o muerto? En la publicidad que se hace del seguro, nos dicen que “no nos preocupemos” porque estamos asegurados.

José Ávila Valcázar
Guayaquil