El grillete electrónico colocado en el tobillo de una inmigrante peruana, supuestamente para poder seguir sus movimientos debido a su irregular situación migratoria, ha mantenido latente el debate respecto de las diversas medidas de control impuestas por la administración Bush, en su afán de dominar la especial paranoia que rige en los últimos tiempos las decisiones de tal gobierno.

Puede o no discutirse las razones de tales sistemas de control, pues a fin de cuentas, cada país es libre y soberano de imponerlas a su manera, en la medida en que piense que su seguridad interna pudiese estar amenazada, hecho posible a partir de la tragedia del once de septiembre. Mas no debe olvidarse que el asunto del grillete podría ser también utilizado para controlar las andanzas de ciertos funcionarios del gobierno estadounidense, especialmente en cuestiones tan delicadas como el manejo de los multimillonarios contratos de reconstrucción de Iraq, cuyo singular proceso de selección empalidecería ciertos actos de manejo indebido tan atribuibles a países como el nuestro, del Tercer Mundo, a los cuales se los acusa de ser corruptos hasta las marimbas, sin siquiera fijarse en los alcances de esos otros actos de falta de transparencia.

En esa misma línea, no hablemos de corrupción, pero sí de incoherencia ética, al discutir el anuncio del nuevo programa espacial estadounidense que aspira poner nuevamente al hombre en la Luna, con un costo de cerca de ciento veinte mil millones de dólares hasta el año 2020, cuando con solo trece mil millones se podría proveer servicios de salud básica y nutrición a cerca de cuatro mil cuatrocientos millones de personas, de acuerdo a un informe de las Naciones Unidas, y menor cantidad sería demandada para cubrir los costos de inversión en educación. En ese escenario, un inefable miembro del partido republicano, presidente del Comité Científico de la Cámara de Representantes, ha indicado que Estados Unidos no será el país más próspero ni el más libre, si no es el líder en el espacio, casi como si se tratase de una aventura de cowboys dispuestos a conquistar nuevas fronteras, todo esto por la prosperidad de la humanidad.

Todos sabemos que lo que se quiere conquistar con tales anuncios son nuevos votos, aquellos que necesita ansiosamente George W. Bush en su pretensión de ser reelegido presidente de los Estados Unidos. Tratar de aplicar una perspectiva tan excluyente en medio de la necesidad de una lógica global, resulta a criterio de valiosos pensadores estadounidenses, un contrasentido por no decir un absurdo, razón por la cual es preferible declararnos sin la capacidad de comprender la visión histórica de la administración Bush, antes que empezar a sospechar que en el fondo, lo que estamos presenciando es la aplicación de una línea de pensamiento muy alejada de las tradiciones liberales del pueblo estadounidense.

Recuerdo con nostalgia el día que Neil Armstrong pisó por primera vez la Luna.

Tenía nueve años y en compañía de mi padre escuchaba la transmisión radial que informaba, paso a paso, el histórico hecho. Estados Unidos era objeto de admiración, no había grilletes electrónicos y George W. Bush nunca había sido presidente. Qué tiempos aquellos.