Al detalle se conocen sus debilidades. Y las deformaciones que ha adquirido al haberse dejado sin atención hechos que, en sus comienzos, pudieron corregirse.

Lo inmediato será atender las partes visibles, dañinas y peligrosas de esa especie de iceberg al que no se ha considerado en las dimensiones verdaderas de su trágica realidad.

Como sucede en otros casos de administración pública, la descentralización de funciones es impostergable. Allí está lo fundamental.

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Igual, la urgencia de organizar, a gran escala, una cooperación mutua con organismos internacionales que dan soluciones a asuntos penitenciarios. Pero que también exigen reglas claras para ese trabajo.

La penitenciaría de Guayaquil, que en sus comienzos fue la antítesis de la cárcel municipal, se estableció como modelo. Fue por la cooperación internacional. Y la participación honesta de compatriotas empeñados en trabajar por mejoras en un sistema que, entonces, afectaba al Litoral.

La rehabilitación social y el orden tendrán que recuperarse en la cárcel actual, más allá del momentáneo decreto de emergencia.