Las brujas de Salem están por doquier. Una de ellas vuela en las inscripciones de los patrulleros policiales, otra aparece en la presentación del diario local y para no ser menos, otra oficia como mascota del equipo de fútbol universitario.

Estamos sin duda en la Ciudad de las brujas, aunque no todos sus residentes se entusiasmen por su fama proveniente de los infames juicios de Salem de 1692.

Pero algunos se preguntan si no ha llegado la hora de que Salem modifique su reputación más allá de la histeria brujeril y de la industria que ha crecido en torno de esa veta. 
 
Los directivos del turismo han contratado a un asesor de mercado, el primer paso en una campaña para reconfigurar la imagen de la ciudad centrándose en sus valores culturales significativos, aunque menos conocidos. 
 
Salem tiene la Mansión de los Siete Tejados –famosa por la novela del mismo nombre de Nathaniel Hawthorne–, además de ricas muestras de arquitectura del periodo federal y un puerto con siglos de historia. También ha cobrado impulso con los trabajos de renovación del Museo Peabody Essex, a un costo de 125 millones de dólares, que han atraído numeroso público. Nadie quiere olvidarse de las brujas, aclaró el consultor Mark Minelli, pero se requiere trabajar para atraer a otro tipo de turista.