Hay quienes, les guste o no, cumplen año este día, martes 13. Algunos prefieren dejar las supersticiones a un lado y hacer, como sea,  fiesta.

El día del cumpleaños siempre es un gran día. Más vueltas no hay que darle, aunque el mundo gira, y entre vuelta y vuelta cualquiera se tropieza, pasa debajo de una escalera o se encuentra con un gato negro al doblar la esquina. Pero, si es martes 13, ya el asunto cambia.

Para empezar están los amigos que se cargan con bromitas absurdas, ya que consideran ese día como fatídico. “Yo, por si acaso, este año voy a hacer un fiestón, no vaya a ser que se le pegue a uno la mala suerte”. Las palabras son de Marcela Maridueña, una guayaquileña de intensos cabellos negros, ojos achinados, piel blanca,  sonrisa pequeña y maneras amables, que hoy cumple 30 años.

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Aunque para ella cada martes 13 de enero –que suele caer cuando es año bisiesto–, desde que cumplió los 9 años, son días tristes. Se le hace inevitable pensar en la muerte de un gran amigo, todo se complica y la idea de que algo terrible va a pasar siempre la acompaña.

Aclara –por si acaso– que no es supersticiosa, solo que muchas cosas llegan por asociación de ideas. Es como si fuera algo psicológico, le dicen muchos de sus amigos. Por eso le recuerdan que lo mejor para espantar la mala suerte –si es que esta existe– es la alegría.

Marcela va más allá. El domingo celebró con su familia y al volver a casa en su auto sintió la presencia física del amigo muerto junto a ella. “Esto siempre me sucede cuando es martes 13”, asegura.

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Hay días en que no desea salir a ningún lugar, se esconde, huye, los amigos la persiguen intentando ubicarla. Este año es diferente porque le tocan los 30, imposible no celebrarlos, se fueron los 20 y la vida se viene de otro color.
Bonito, todo me parece bonito. Bonita mañana, bonito lugar, bonita la cama... Tararea Sonia Campoverde. Es una canción del grupo español Jarabe de Palo.

“Yo le meto con todo a esta música, no importa lo gris que puedan parecer las situaciones, siempre hay que levantarse el ánimo”. Sus palabras informan de su pensamiento. Nada la amilana.

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Ella es extravertida, siempre risueña y muy querendona, según sus propias palabras. Muchas veces se levanta con el pie izquierdo, pero igual, su 1,70 de estatura, su cabello castaño, –aunque confiesa que suele pintarlo– su piel bronceada y sus ojos color miel la hacen ganadora.

Sus 26 años han sido bastante buenos en su opinión. No importan los algunos martes 13 en que le ha tocado celebrar su cumpleaños. Ella siempre va para adelante, ni malos tiempos ni malas caras.

Si se escucha la parte de la canción donde dice que la vida es un chiste con triste final, futuro no existe, pero yo le digo bonito, todo me parece bonito. Cualquiera puede pensar que el optimismo de Sonia es exagerado, pero ella sostiene que jamás le ha ocurrido nada terrible ningún martes ni viernes 13. “Eso es para los que creen en esas tonterías, lo mío es otra cosa, yo siempre celebro”, recalca.

¿Qué es otra cosa? Lo otro es el baile, la fiesta, la diversión. Irse de parranda es una buena excusa para combatir la superstición. Sonia no tiene novio y al anterior lo dejó por ridículo, según  dice, le molestaba que se fijara mucho en la vaina del 13. “Me cansé y terminé zumbándolo, nada de mariposas negras, ni gatos, ni paraguas, ni escaleras”. No cree en la mala suerte ni le para bola, aunque no está segura si se casaría un martes 13. Podría ser, pero realmente nunca lo ha pensado.

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Para la familia de Cynthia Flores este es un día muy feliz. Ella nació un martes 13 y por lo tanto, le parece estupendo. A pesar de que no realiza fiestas, siempre sale con sus amigos a cenar y divertirse.