Se comenta mucho sobre los largos feriados que existen en el país y, como siempre, el remedio es dictar una ley. En este caso, una ley de feriados. Sin embargo, desde hace diez años (1994) existe el art. 203 de la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero, que a continuación transcribo, y que nunca ha sido aplicado por los presidentes de la República: “Art. 203.– Durante los diez últimos días de cada año calendario, mediante decreto que se publicará en el Registro Oficial, el Presidente de la República determinará la forma cómo se han de cumplir los días de fiesta cívica y descanso obligatorio, durante el siguiente año calendario, lo que tendrá aplicación para las instituciones del sector privado y público”. Además, el artículo 65 del Código del Trabajo, la Disposición General Novena de la Ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa y de Unificación y Homologación de las Remuneraciones del Sector Público, entre otras normas, regulan la materia (Ley de Regulación Económica y Control del Gasto Público, Decreto 1487). Entonces, ¿para qué dictar otra ley? Basta que se aplique, por primera vez, el mencionado artículo 203.

Dr. Nicanor Márquez de la Plata
Guayaquil
 
Es cierto que para cualquier mortal es edificante, saludable, grato, tener feriados largos, pues pasado el mismo regresa a sus actividades cotidianas renovado. También es cierto, lamentablemente, que nuestro país, con su deteriorada economía, con un plan económico en soletas, con cientos de familias sin ingresos diarios que son las de los informales, y casi la totalidad de empleados con elevadísimo capital por pagar a sus tarjetas de crédito; lo menos conveniente es descansar, sino más bien producir. Es necesario que antes de tomar decisiones de esa índole, el mandatario de turno lo analice, pensando en la masa poblacional que con tanto descanso no obtiene sino deudas, y que para el andamiaje económico productivo es altamente onerosa la pérdida, considerando como los europeos, el costo del tiempo en cifras reales. Solo con trabajo, agilidad, productividad y puntualidad podremos con nuestro grande o pequeño aporte, dar movimiento al motor que nos hará resurgir de la picada en la que está sumido el Ecuador.

Dra. Elena Caballero P.
Guayaquil