En los temas locales, ahora que comenzó la temporada de playa, es imperioso que la Comisión de Tránsito del Guayas se esfuerce por instruir a los choferes, a todos, a los profesionales y a los deportistas, acerca de la forma en que deben conducir en las carreteras, ya que el hecho de que la vía Salinas-Guayaquil se convierta en unidireccional los días domingos por la tarde para facilitar el regreso de quienes viajan en busca del mar en este periodo de intenso calor, sirve de muy poco. Un gran porcentaje de quienes conducen un vehículo no lo hace como debe por irresponsabilidad o por ignorancia, y más por lo último, y aquí es donde debe intervenir la Comisión de Tránsito en un plano educativo, y si es necesario sancionador o represivo.

En todos los países –con excepción de los que guían por la izquierda– el conductor sabe que el carril o senda de la derecha está destinado a los vehículos que ruedan con mayor lentitud, y el izquierdo, cuando se trata de solo dos carriles, debe usarse tanto para sobrepasar como para rodar a alta velocidad, pero entre nosotros, los conductores andan indistintamente por la derecha o por la izquierda cuando el camino es una vía, cualquiera que sea la velocidad del vehículo, lo que impide que la circulación fluya causando taponamientos y molestias, y dejando en cero la presunta utilidad de la unidireccionalidad de la vía.

La solución no es simple porque son males enraizados por falta de educación o de simple conocimiento, pues desgraciadamente se tiene entendido que “saber manejar” es hacer rodar un carro hacia delante o hacia atrás y evitar que choque con otro o con cualquier obstáculo y nada más, por lo que deben utilizarse remedios poco ortodoxos como podrían ser letreros móviles de buen tamaño que indiquen lo que comento, y tener reclutas con megáfonos a lo largo de la carretera que recuerden el cumplimiento de conducir por la derecha, o métodos más imaginativos que los especialistas sabrán sugerir.

En lo internacional, los nuevos controles migratorios impuestos por Estados Unidos merecen dos o tres acotaciones, pues si bien es verdad que cada país es soberano para establecer reglas de aceptación y vigilancia a los extranjeros que ingresen a su territorio, esas medidas afectan los derechos universales de las personas, además de que son discriminatorias, aspecto que me parece grave por cuanto 27 países del primer mundo, cuyos ciudadanos no requieren de visado para ingresar a EE.UU., están exentos de los nuevos chequeos y fichajes, mientras que todos los países pobres, los que pertenecen a Latinoamérica, Asia y África, tendrán que padecer el sometimiento a estos nuevos requisitos.

En todo esto hay dos incongruencias: Estados Unidos se queja de que los controles migratorios que ha impuesto Brasil a sus súbditos en correspondencia soberana por los de aquel, son discriminatorios, sin darse cuenta de que los suyos también lo son (la paja en el ojo ajeno, etc.), y luego, al no poner requisitos para ingresar a los ciudadanos europeos o japoneses o australianos, parecería suponer que en esos países no hay ni puede haber terroristas. Resulta ingenuo, pues a lo mejor estos ya están entrenando precisamente a ciudadanos que no necesitan ni visa ni controles adicionales para entrar a los dominios norteamericanos.