Los funcionarios del gobierno de George W. Bush "sistemáticamente" malinterpretaron el peligro de los programas de armas de exterminio de Iraq, que no eran una amenaza inmediata para Estados Unidos y el Oriente Medio, dijo este miércoles un reporte de un centro de estudios estadounidense.
 
El Carnegie Endowment para la Paz Internacional dijo en su estudio "Armas de exterminio en Iraq: pruebas e implicaciones", que no había "pruebas convincentes" de que Iraq había reanudado su programa nuclear y que los inspectores de armas de la ONU descubrieron que los agentes nerviosos de los programas de armas químicas de Iraq habían perdido su capacidad letal desde 1991.
 
Había una mayor incertidumbre sobre las armas biológicas de Iraq, pero esa amenaza se relacionaba más con lo que pudiera desarrollar en el futuro que con lo que ya tenía, señaló el documento de este centro de estudios liberal.
 
Los programas de misiles parecían en un estado de desarrollo activo en el 2002 e Iraq estaba expandiendo su capacidad para construir misiles con alcances que excedían los límites de las Naciones Unidas, agregó.
 
Estados Unidos justificó ir a la guerra contra Iraq el año pasado citando una amenaza de las armas de exterminio de Bagdad.
 
Desde la ocupación de Iraq por Estados Unidos, las fuerzas estadounidenses que buscan armas de exterminio no han hallado armas almacenes de armas biológicas o químicas ni indicios sólidos de que Iraq había resucitado sus programas de armas nucleares.
 
No es probable que Iraq pudiera haber destruido, ocultado o sacado del país cientos de toneladas de armas químicas y biológicas, decenas de misiles SCUD e instalaciones productoras de armas biológicas sin alguna señal de actividad detectada por Estados Unidos, dijo el reporte.
 
"Los funcionarios sistemáticamente malinterpretaron la amenaza de los programas de armas de exterminio y misiles balísticos de Iraq", dijo el reporte.
 
Unieron las armas químicas, nucleares y biológicas en una sola amenaza, a pesar del peligro "muy diferente" que representaban, lo cual distorsionó el análisis de costos y beneficios de la guerra, dijo el estudio.
 
Los funcionarios también insistieron sin pruebas en que el ex presidente iraquí Saddam Hussein daría armas de exterminio a los terroristas, dijo el reporte.
 
"No había indicios que respaldaran la denuncia de que Irak había transferido armas a Al Qaeda y sí muchas pruebas que lo negaban". Tampoco había pruebas sólidas de una relación cooperativa entre Iraq y Al Qaeda, agregó.
 
Antes de 2002, las agencias de inteligencia parece que habían sobrestimado las armas químicas y biológicas en Iraq, pero tenían una percepción generalmente precisa de los programas nucleares y de misiles, dijo el estudio.
 
Sin embargo, desde el 2002 hasta la guerra en Iraq, parece que hubo un ambiente de intensas presiones internacionales en el que un cálculo nacional de inteligencia del 2002 de las armas prohibidas de Iraq fue aceleradamente finalizado e incluyó un elevado número de discrepancias en lo que se suponía que era un documento de consenso de las varias agencias de inteligencia.
 
El Pentágono creó una oficina de inteligencia separada en esa época.
 
Estos factores sugirieron que "la comunidad de inteligencia comenzó a ser demasiado influenciada por los puntos de vista de los estrategas políticos", dijo el estudio.