Se trató de una alegoría oratoria porque en todas sus competencias, Jefferson Pérez, como la selección de fútbol, fue el heraldo de un haz de más de veinte banderas provinciales.

Repasando nuevamente esa frase, vemos que entiende al país como un árbol sostenido, justificado y proyectado por veintidós sendas raíces. Y esto dicho en un Guayaquil, ratificado a principios de un nuevo siglo como “patrimonio humano del Ecuador”, adquiere un valor agregado en la meta siempre buscada de la unidad nacional; objetivo mayor por conseguir, por ser este el único sendero a la supervivencia.

Ojalá en este nuevo año 2004 alguien consiguiera que este mensaje sea esculpido en un flanco del monumento, a fin de darle su valor agregado inherente, en estos momentos en que se privilegia la educación en valores.

Publicidad

Ing. César Chávez O.
Guayaquil