El gobierno británico reiteró ayer su disposición a introducir guardias armados en determinados vuelos que partan del Reino Unido para esquivar posibles amenazas terroristas, en un desafío a las aerolíneas, que se oponen a esa iniciativa.

En una declaración ante la Cámara de los Comunes, el ministro británico de Transporte, Alistaír Darling, afirmó que la medida es “un paso responsable y prudente en las actuales circunstancias” y no responde a “la presión de Estados Unidos”.

Sin embargo, la medida se ha topado en el Reino Unido con el rechazo de las líneas aéreas y los pilotos británicos, partidarios de que se refuercen las medidas de seguridad, pero en tierra y no con guardias armados en los aviones.

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 “No es algo agradable el hecho de tener gente detrás de ti en una cabina que porta pistolas y balas”, comentó un portavoz de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas Británicas (Balpa), que agrupa a más de 9.200 pilotos.

“Pero si el gobierno insiste, queremos ciertas condiciones”, señaló el portavoz del Balpa. Entre las condiciones que plantean están que el capitán de vuelo tenga el mando, sabrá quiénes son los agentes armados y dónde están y solo podrán usarse determinadas armas.

Menos convencida se mostró la Thomas Cook Airlines, que amenazó con  cancelar sus vuelos si el gobierno impone el embarque de policías aéreos.