Solo las bases de la UNE estuvieron inconformes con el aumento alcanzado por sus dirigentes, por no cumplir con sus expectativas.

Tampoco las autoridades económicas deben estar contentas: como dijo el Presidente de la UNE, los huelguistas derrotaron la política de congelamiento salarial del sector público.

El congelamiento no significaba que los maestros no iban a ganar más. El Presupuesto de 2004, aprobado antes de la claudicación del Gobierno, contempla $ 733 millones para el rol de pagos del Ministerio de Educación, lo que da un promedio de $ 6.541 anuales por cada uno de los 112.000 maestros. Esto equivale al 18% de incremento sobre los
$ 223 millones del presupuesto inicial de 2003. Un alza del 18% en dólares es muy elevada. En los EE.UU., por ejemplo, el presidente Bush acaba de decretar un aumento del 2,0% para los servidores públicos. Se espera que el Congreso de EE.UU. incremente el alza a 4,1%.

Publicidad

Los maestros han estado acostumbrados a alzas de magnitudes aún mayores que el 18%, de ahí que les pareciese poco. El incremento  del 2002, en relación con el presupuesto de 2001, fue de 34%, y 2001 frente a 2000, del 21%; en ambos casos, en dólares.

Según las autoridades, el nuevo acuerdo le significa un egreso adicional al fisco de $ 188 millones en 2004 y 2005. No menos de $ 73 millones deben corresponder al presente año. Con lo que el rol de pagos del magisterio en 2004 sería de alrededor de $ 805 millones, equivalente a $ 7.189 por empleado, alza del 29% en un año y mucho más del doble de lo que fue en el presupuesto inicial de 2001.

Una duplicación de salarios en tres años, es extraordinario.

Publicidad

El alza en el magisterio redundará en mayores sueldos a los maestros privados, y traerá consigo incrementos  en las pensiones para el próximo año lectivo.

¿Se merecen los maestros estos salarios?  Sin duda.  Pero he aquí el problema: en el Ecuador, elevamos salarios públicos en función de lo que consideramos justo y no en función de lo que se puede. Esa es una diferencia muy importante en las estrategias económicas de América Latina y en Asia. En Asia, el despegue económico comenzó con salarios que desde una perspectiva latinoamericana eran bajísimos. Pero en la medida en que aumenta la productividad, los salarios suben, y tarde o temprano superarán a los de América Latina.

Publicidad

En cambio, en América Latina subimos los salarios y el gasto de acuerdo a consideraciones de equidad, hasta que la discrepancia de los gastos con los ingresos se torna insostenible, hay un colapso económico, el país devalúa, y se desploma el poder adquisitivo de los salarios, como sucedió en Ecuador en 1999, en Argentina en el 2002 y en la República Dominicana en el 2003.

En el Ecuador, en la última década, el gasto corriente del sector público ha crecido de manera sostenida. En el año 1993 fue de $ 1.887 millones; en el 2003, de $ 4.199 millones, más del doble, un crecimiento del 8,3% anual, en dólares.

¿Quién paga el mayor gasto? La ciudadanía. Para evitar que el pago sea vía crisis económica, pérdida de ahorros, etcétera, el Estado nos tiene que cobrar más.

Los impuestos, más tasas, contribuciones al Seguro Social e ingresos fiscales por concepto de la venta de combustibles, se han más que triplicado entre 1992 y el 2003, de $ 1.835 millones a $ 5.811 millones, un promedio del 11% anual. En el año 1992, los ecuatorianos pagábamos pocos impuestos; en el año 2003, pagamos fuertemente.

Publicidad

De los $ 3.500 millones adicionales que hemos pagado en la última década, las 2/3 partes han ido a financiar los incrementos del gasto corriente. Y pregunto: comparado con lo que era hace diez años, ¿recibe la población una mejor calidad de educación? ¿Son mejores los servicios de salud, sea en el IESS o en los hospitales públicos? ¿Hay más seguridad en las calles de las ciudades y en el campo?  ¿Es la justicia más recta y se resuelven los juicios a tiempo? Me temo que la respuesta es no. Gastamos más, por los mismos malos servicios. Ha habido una reducción de la productividad del sector público.

Lo que la sociedad debe pedir es que los gobiernos den mejor uso a la plata que nos cobra por los servicios que presta. Y debemos tener conciencia que las alzas que tan generosamente apoyamos se concedan, tarde o temprano nos la cobrarán.

El compromiso del Gobierno, de no subir este año ni los combustibles, ni los impuestos, ni las tarifas eléctricas, podría verse comprometido, si se siguen acordando aumentos tan generosos de salarios en el sector público.