El gobierno de Estados Unidos ha decidido que la región kurda del norte de Iraq disfrute de un estatuto especial que le permita mantener su actual situación de autonomía parcial, informó ayer el diario The New York Times.

La decisión se produjo a pesar de las repetidas advertencias recibidas, desde el inerior de Iraq y desde los países vecinos, en contra de que EE.UU. establezca líneas étnicas que dividan a la población iraquí.

Fuentes estadounidenses indicaron al diario que esa decisión se debió al acuerdo al que llegaron el 15 de noviembre del año pasado los líderes iraquíes para poner en marcha el autogobierno iraquí el próximo 30 de junio, fecha que no da a Washington tiempo para poner en marcha otra solución para unificar el país.

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La decisión final sobre el grado de autonomía que deberá tener la región kurda corresponderá al gobierno provisional que se forme a mediados de este año, y según el periódico hay grandes diferencias entre los líderes iraquíes sobre este asunto.

La posibilidad de que Iraq quede dividido en un estado federal con amplia autonomía para los kurdos del norte y los chiítas del sur, genera mucha preocupación en países vecinos, que temen un aumento de la inestabilidad regional.
Turquía e Irán tienen importantes minorías kurdas, y el régimen islámico en el poder en Irán es chiíta.

El gobierno de Estados Unidos insiste en que es posible dar un cierto grado de autonomía para los kurdos a la vez que se constituye un Estado iraquí sólido sin fronteras internas entre los diferentes grupos étnicos y religiosos.

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En la práctica los kurdos iraquíes han disfrutado de autonomía desde el final de la Guerra del Golfo de 1991, cuando EE.UU. y Gran Bretaña establecieron dos zonas de exclusión aérea al norte y sur de Iraq, lo que impidió que las fuerzas del ahora derrocado presidente iraquí  Saddam Hussein atacaran la región. 

Británicos hasta el 2007
Las tropas de Gran Bretaña permanecerán probablemente varios años más en Iraq, dijo ayer el canciller británico Jack Straw.

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A su vez, el representante británico en Bagdad, sir Jeremy Greenstock,  advirtió que pueden producirse ataques importantes de la guerrilla al iniciarse el proceso político destinado a traspasar el poder a los iraquíes.

Straw señaló que no podía dar “un plazo exacto” para una retirada de las tropas británicas y afirmó: “No puedo decir si se irán en 2006 o 2007. En cualquier caso, no es cuestión de meses”.

Straw insistió en que si las fuerzas de resguardo se retiran ahora, habría un vacío de seguridad y las vidas de muchos estarían en peligro.

Unos 10 mil soldados británicos se encuentran apostados en Iraq, la cuarta parte del contingente británico que participó en los combates.

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Las declaraciones se produjeron un día después de una visita sorpresa a Basora, del primer ministro Tony Blair.