Este paro trae ventajas económicas para los maestros. ¡Bien! Recorta para siempre el desarrollo integral de 2’215.333 niños y jóvenes. ¡Trágico!
La Comisión Episcopal de Educación y Cultura, dirigiéndose a los maestros, afirma que ellos no son los únicos responsables de esta tragedia. Se posterga por años una ley; es hora de que todos determinemos con visión integral, sin colorido partidista, las causas de la tragedia; es hora de la audacia para superarlas. ¡Señores legisladores! En la educación deben intervenir padres de familia, niños-jóvenes, los maestros, el Estado. Toca a todos acordar la imagen de ciudadanos que queremos formar para el nuevo milenio.

Corresponde al Estado, con participación ciudadana, establecer un marco orientador amplio y libre de sectarismos, pluralista, que trascienda el período de los gobernantes. Toca al Estado, con los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos, remunerar a los maestros, en relación a su alta dignidad y a su rendimiento, construir y mantener locales, dar material didáctico, alimentos complementarios, etcétera, a los educandos. Una causa de la tragedia son esos padres de familia que se olvidan de la educación de sus hijos, después de matricularlos. Otra causa esos maestros que se limitan a medio enseñar a leer, escribir, contar y nociones de historia y geografía, etcétera. Los niños tienen como modelo a sus padres y a sus maestros. De su ejemplo aprenden, o no aprenden, la apertura a lo trascendente, la laboriosidad, la verdad, la libertad, inseparablemente unida a la responsabilidad, la honradez y otros valores que humanizan. Lo anterior nos hace vislumbrar la necesidad de una permanente actualización de la formación de los maestros, incentivada por una retribución económica de acuerdo a su rendimiento. Es fácil observar que los padres de familia más responsables matriculan a sus hijos en escuelas y colegios de centros urbanos, a pesar de la distancia, porque en la generalidad de cercanas escuelitas de recintos, especialmente unidocentes, la educación es mediocre. Mediocre, porque muchos maestros atienden las escuelas durante pocas horas y pocos días, en locales precarios y sin material didáctico. Centenares de escuelitas de recintos cerradas, sus maestros se llevaron la partida a establecimientos urbanos, en los que hay muchos más maestros que alumnos. ¿Habrá mejora mientras los maestros sean juez y parte?

Ecuador, hoy pobre y dependiente, en parte también por la mediocre educación, no explota ni administra bien sus recursos. Ya que por la dependencia es difícil al Estado destinar todos los recursos necesarios a la educación, le es más urgente evitar despilfarros. Señalo: 1º El Ecuador petrolero construyó escuelas a poca distancia unas de otras. Aún en países ricos, se acepta que los alumnos empleen 20 minutos en llegar a la escuela. Menos locales, mucho mejores, dotados y bien conservados. 2º Se requiere que técnicos independientes realicen un censo de los maestros, también, en escuelas y colegios, donde los padres pueden atestiguar la asistencia o la ausencia. Se eliminarían aproximadamente 20.000 maestros difuntos o emigrados. ¡Habría con qué retribuir mejor!