Gilberto Gil, estrella de la música popular brasileña y ministro de Cultura, ya está con las maletas listas para recorrer el mundo en este año, en su doble condición de artista y funcionario.

 Con traje, corbata y trenzas rastafaris, el autor de clásicos de la música brasileña y renovador del movimiento musical del país se pasea con naturalidad por la casa de gobierno y asegura que, un año después de asumir el cargo de ministro, tiene mucho trabajo y poco tiempo para cantar, componer y escuchar.

“Estoy teniendo poco tiempo para escuchar música. Pero aún así estoy escuchando algunas cosas nuevas de rap chileno, candombe uruguayo y música indígena de Perú”, dijo Gil, mientras mostraba un disco de Pedro Ortaña, un músico del sur de Brasil, que recibió como regalo navideño del ministro de las Ciudades, el también sureño Olivio Dutra.

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“También me gusta (el venezolano) Simón Díaz y (los argentinos) Fito (Páez), Charly (García) y Pedro Aznar. Mantengo bastante contacto con ellos. Con Fito me encontré este año. Con Pedro hablé por teléfono. Son grandes artistas y también se interesan por la política cultural”, agregó. En este año, el ministro, que quiere “promover una circulación más intensa de los productos culturales brasileños en América del Sur y América Central”, no dejará descansar al artista, que ya tiene programadas presentaciones en Europa, Asia y Oceanía.

“Entre febrero y marzo, después del carnaval, iré a Hong Kong, Nueva Zelanda y Australia, en doble misión como ministro y como artista. Siempre que puedo voy juntando las dos cosas. Un trabajo enriquece al otro. Fue una fórmula que resultó positiva en el 2003”, manifestó Gil.

“Voy a participar artísticamente y como ministro en eventos en Barcelona, en Portugal, y en julio iré a Croacia, a Suecia, Dinamarca. Serán misiones oficiales en las que también cantaré”, señaló.

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Afiliado al Partido Verde, Gil asumió como ministro en medio de críticas de intelectuales ligados al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), que no lo veían capaz de conducir la política cultural de un país de una diversidad como la de Brasil.

Sin embargo, el músico, graduado en Administración, consolidó su posición en el gabinete del presidente Luiz Inácio Lula da Silva con ambiciosos proyectos de estímulo a la industria audiovisual y de mejora de la protección autoral, entre otros, que espera ver funcionando a plenitud en el 2004. También, en busca de unir la cultura con los objetivos de inclusión social del gobierno, está promoviendo la apertura de bibliotecas públicas en sectores rurales de la pobre región Noreste del país.

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“En este año que se inicia vamos a crear el Museo del Indio, el Instituto de los Museos de Brasil, el Instituto de Artes Populares”, indicó Gil, relatando con entusiasmo sus proyectos.

Para el ministro Gil, quien nació en 1942, empezó su vida laboral en la multinacional Unilever, empresa que dejó por la música, los cambios son una constante.

ESCENARIO
INICIOS
En la década del 50, mientras estudiaba administración de empresas en la Universidad Federal de Salvador, Brasil, Gilberto Gil se integró al grupo musical Os Desafina Dos.

ASCENSO
Su ascenso musical se registra en 1964 cuando participó en un espectáculo de bossa nova y música tradicional brasileña, dirigido por Caetano Veloso, y ganó el reconocimiento popular al componer para la cantante Elis Regina el tema Louvaçao.

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COMBINACIÓN
En sus 40 años de actividad artística, el cantautor brasileño combinó el canto con la investigación musical y, en los últimos años, con la actividad política. En su país, Gilberto Gil es militante del Partido Verde.