A la trepidación de desaciertos cometidos por el Gobierno, se suma ahora la desatinada intención de buscar el contingente de un asesor internacional de imagen y estilo, cuyos servicios, por cierto, son onerosos.

¿Si un presidente cambia su estilo en su accionar, cambiarán las cosas? ¿Logrará el crecimiento y desarrollo económico que se requieren para el bienestar general?

Un nuevo estilo no baja la inflación, no mejora la capacidad adquisitiva de los trabajadores, no disminuye el desempleo, ni la pobreza, ni la corrupción.

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En resumen, un estilo particular no atina a avizorar dónde están la economía, el derecho, la justicia y la ley.

Eco. Walter Maldonado
Guayaquil
La administración del coronel Lucio Gutiérrez, en apuros de garantizar su elemental credibilidad y en dificultades por cumplir las promesas del 2003, ha recurrido en últimas instancias a una “consultoría de imagen”, con un asesor cubano, “mago” de las consultorías políticas a quien se le atribuyen “milagros” electorales y “prodigios” postelectorales.

Tuvo sus triunfos presidenciales en Bolivia, México y Nicaragua, que concluyeron con gobernantes encarcelados con referentes de corrupción.

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En lo que a Ecuador atañe –se incluyen décadas perdidas, endeudamiento externo, hasta agresivo– resultó perjudicial.

Pero más allá de una suntuaria tarifa de un afamado politólogo la que se inscribirá como gasto postelectoral, nos interesa plantearnos una pregunta yugular: ¿es irreversible que los gobernantes, administradores y políticos de los últimos tiempos consideren imprescindibles los manuales de instrucciones de peritos de mercadeo electoral, no necesariamente fraguados en experiencias ecuatorianas?

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Y de ser afirmativa la respuesta, nos acogeríamos a una conjetura obvia, que cierto prolongado gobierno de facto invadió una generación política medularmente identificada con el concepto de “ecuatorianidad”. Que la inteligencia nacional, autora de concienzudos idearios, fue suplantada por empresarios electorales que con el espacio televisado, el eslogan rimado y las camisetas numeradas, lograron desplazarla de las coyunturales preferencias electorales.  Y que llevado el quehacer político al mundo del mercadeo, serán los requerimientos y necesidades del consumidor-elector, los que deban determinar el ofrecimiento de servicios-propuestas electorales, por parte de los consorcios políticos.

Ing. Agr. César Chávez Onofre
Guayaquil