La comida era un arroz sopudo, la letrina a la vista de todos; hacía calor y se regó el mal olor.

Pensé que iba a morir sin conocer a mis padres, decía Freddy Juncal, de 15 años, con voz temblorosa y ojos caídos, como queriendo esconder una lágrima mientras su mano sostenía su mandíbula derecha por un fuerte dolor de muela que le acompañó en la frustrada travesía.

Desde los 2 años vive con su abuela, sus padres emigraron a Estados Unidos en busca de mejores días. Freddy solo terminó la primaria y en lo único que pensaba era en conocer a sus padres.

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El vía crucis comenzó el 2 de noviembre cuando junto con otros cien compatriotas abordó un pequeño barco de 15 metros de largo, con capacidad para seis personas, rumbo a Guatemala. Su destino final, Estados Unidos.

El viaje les costaba 9.500 dólares; la mitad debían pagar en Guatemala y la diferencia al llegar a Estados Unidos.

“Íbamos como animales, metidos en la bodega”, comentó María Loja Lema, oriunda del Cañar. Su sueño era encontrarse con su esposo en el exterior.

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El testimonio de Patricia Cuje fue claro: “Creí que era un barco grande. Todo era horrible: la comida, un arroz sopudo; la letrina, a la vista de todos; hacía calor, sudábamos y el mal olor estaba en todas partes. Navegamos cuatro días y el motor se dañó, estábamos desesperados. Me convencí de que íbamos a morir”.

Cuje emprendió esta aventura acompañada de su hermana Carmen.

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Amontonados, a bordo del barco pesquero Tiwintza, sobrevivieron cuatro días más, hasta que pasó un pesquero y reportó a los guardacostas costarricenses, quienes acudieron al rescate el 9 de noviembre. Los compatriotas fueron llevados a la Bahía Chatham de la Isla del Coco, en Costa Rica. Allí se quedaron los hombres, mientras las mujeres y adolescentes fueron alojadas en la Bahía Wafer.

Según Helmuth Lobo Ávila, subdirector de Socorro de la Cruz Roja de Costa Rica, los emigrantes en esas condiciones no podían resistir más de dos días por la deshidratación, escabiosis (sarna), diarrea, piojos y porque psicológicamente estaban deprimidos.

La maniobra de embarque comenzó con las mujeres y adolescentes. Dudosas caminaron hacia el bote de goma que las esperaba. De pronto un alboroto llamó la atención, era Mayra Ordóñez, de 21 años, que no quería volver al agua, el pánico se había apoderado de ella. Pero Mayra no estaba sola, en su vientre llevaba un hijo de cinco meses y también la acompañaba su esposo Víctor Sánchez.

A bordo fueron acomodados en dos bodegas con colchones, tuvieron comida y agua suficientes, y no faltaron los mareados, por lo que fue común verlos vomitar.

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135 emigrantes detenidos en Esmeraldas
ESMERALDAS

Tres buses de la cooperativa Trans Esmeraldas con 135 personas, quienes pretendían viajar a EE.UU. en barco, fueron detenidos por la Policía a las 20h50 de ayer, informó Eduardo Navas, jefe del Comando de Operaciones Norte de Esmeraldas.

Elementos de ese comando los interceptaron en la Y de la parroquia Tonchigüe, del  cantón Atacames, agregó.