En 1998, los españoles acudimos solidarios a ayudar a Ecuador, sumido en una crisis política y económica sin precedentes. Surgió entonces la dimensión humana de nuestras relaciones que ha permitido que la colonia ecuatoriana se haya convertido, en poco más de cuatro años, en la segunda en importancia en España.

Por ello, la introducción del visado ha sido una medida extremadamente dolorosa de adoptar ya que afecta a sociedades que comparten tantos valores. Su instauración fue sin embargo necesaria debido a la persistencia de una intensa corriente que solo en los primeros seis meses de este año, alcanzó la cifra de cien mil ecuatorianos establecidos ilegalmente en España. Ese ritmo no podía ser absorbido por nuestra economía y ha dado lugar a situaciones dolorosas para los propios emigrantes, muchos de los cuales se han visto obligados a integrarse en la denominada “economía subterránea”. Nuestra aspiración con la nueva ley migratoria es favorecer la corriente legal, de manera que los ecuatorianos gocen de acceso a los servicios públicos como cualquier ciudadano español.

El visado constituye a fin de cuentas otro ejemplo de la importancia que la inmigración ilegal ha pasado a revestir para la mayoría de los países, incluido desde el prisma de la seguridad interna. Y aunque algunos se empecinen en desconocerlo, constituye también una de las razones que explica el auge de la extrema derecha en Europa, fenómeno político complejo sobre el que sin duda incide la persistencia de un flujo ilegal de inmigrantes en un corto periodo de tiempo.

Hemos tratado de minimizar esta medida en la medida de lo posible, reforzando el personal del Consulado en Quito que hoy cuenta con veinte funcionarios. En términos de infraestructuras, la ampliación de nuestras instalaciones se consolidará próximamente con la inauguración de una nueva Cancillería que permitirá que el edificio actual quede dedicado exclusivamente a labores consulares. A medio plazo se prevé asimismo la creación de un Consulado de carrera en Guayaquil que mejorará el servicio que se presta en las provincias de la Costa. En estos momentos, nuestra única oficina consular viene expidiendo mil legalizaciones al mes y un número similar de visados (la mitad de los cuales corresponde a turismo y negocios, y la otra mitad a trabajo, estudios o reunificación familiar). Pero nuestra actividad se ve entorpecida por las “bandas” que se dedican al más detestable tráfico ilícito: el de seres humanos, en cuyo extremo de la cadena figuran los “tramitadores” que acumulan citas telefónicas en nuestro nuevo sistema para su posterior reventa. Todos debemos luchar contra esa lacra que se ha desarrollado enormemente en los últimos años, que mueve aviones y barcos, que facilita préstamos usureros, y que reclama luego al emigrante la cuota mensual debida, so pena de “un escarmiento”. Similarmente, las autoridades españolas han multiplicado las inspecciones de trabajo, imponiendo multas a empresarios que contratan trabajadores ilegales por un importe cercano a los 25 m. de dólares.

Estamos convencidos de que una sensible disminución de la ilegalidad permitirá aumentar las ofertas de trabajo en Ecuador (que registran ya un alza del 100% en los últimos tres meses). Tenemos aún bastantes asignaturas pendientes, pero también una clara disposición para hacerlas frente, lo cual constituye la mejor muestra del compromiso de nuestra sociedad con Ecuador.