La afición quiteña, principalmente, cumplió con su deber cívico llenando con palmas y aliento el colorido escenario del Atahualpa, aun pagando caro por lo poco que se le brindó, ya que faltó la recompensa del gol. Ahora las confrontaciones contra Perú se han convertido solo en un partido de fútbol y eso se demostró en la cancha. Veinte en conducta para los hinchas e igual nota a los jugadores de ambos bandos.

Esto facilitó la labor del juez, el paraguayo Epifanio González, quien bien asistido por sus compañeros de oficio no tuvo problemas para solventar un encuentro de eliminatoria que se presentaba complicado antes de jugarlo. Podía ser difícil, pero no fue así. El juez salió bien librado aunque manejó de lejos las acciones; debió pensar en llegar justo al juego, como los peruanos, ya que su sola experiencia no hubiera bastado para controlar un partido.

Tres tarjetas amarillas a los del sur no indican que el encuentro fue brusco. Solo la acción de Guillermo Salas estuvo fuera de tono. La amonestación a Alessandro Morán fue para cubrir el apresuramiento del árbitro al sancionar una leve falta y no dar continuidad al juego.