Un cordón humano, integrado por miembros de la Policía Nacional, fue la línea limítrofe entre las barras de Ecuador y Perú durante el partido que jugaron ambas selecciones.

Rosario San Roma, limeña y casada con el ecuatoriano Eduardo Espinoza, lo dejó en la general sur para juntarse con sus compatriotas.

El grito local más común fue: “poropopó, poropopó el que no canta es un peruano”, pero  los blanquirrojos respondieron: “¡uh...uh...uh...uh!” (con alusión a los monos).

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Se inicia el partido y el duelo de barras también, en la que los insultos no podían faltar, pero todo bajo el control policial.

Los peruanos aplaudieron los rechazos defensivos y quema de tiempo de sus jugadores. Aunque al final la alegría visitante fue incontenible, el local Miguel Payo estrechó la mano con el peruano Rino Guachaza y compartieron un cigarrillo. “Así es el fútbol,  maestro”, dijo Guachaza.

Casi 200 personas festejaron en el Atahualpa, ellos eran hinchas de la selección peruana
QUITO
Los casi 200 peruanos que se juntaron en la tribuna baja del estadio Atahualpa no dejaron de alentar durante el encuentro y tuvieron su premio con el empate frente a Ecuador.

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El peruano Ebert Ramírez vino desde Palm Beach en Florida (donde reside) para ver a la albirroja.

bert y su primo, Fabricio, apoyaron a Perú con peluquines rojos y la  camiseta de la franja roja, y al final festejaron el empate de su selección.

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Ecuatorianos y peruanos se reunieron en el restaurante La Flor de la Canela
“No pasa nada, no pasa nada”, es el grito de guerra de unos diez peruanos en el restaurante La Flor de la Canela (en las calles Pío Montúfar y Maldonado).
Otras diez personas son ecuatorianas replican: “Aprieta Perú, aprieta”.
Hay una guerra de barras, pero sin ofensas. Allí la rivalidad entre ecuatorianos y peruanos es solamente durante el partido.

Carlos Montañés, un limeño de 52 años y que reside en Guayaquil hace diez años, reparte cervezas a sus invitados, en su local que está adornado por las banderas de ambos países.