La Cancillería y el Ministerio de Defensa ratificaron ayer la disposición del gobierno colombiano de entregar en los próximos días un informe que ya está listo sobre las investigaciones del origen supuestamente ecuatoriano de un lanzacohete utilizado en un atentado el pasado 15 de octubre.

La ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez, admitió que el presidente Álvaro Uribe pudo haber errado al confiar plenamente en su momento en los informes preliminares de los organismos de inteligencia, cuando afirmó que el cohete fue vendido “por algún militar corrupto del Ejército ecuatoriano”.

La declaración motivó un problema diplomático que se agravó con el llamado a consulta del embajador ecuatoriano en Colombia, Wilson Torres, la semana pasada, y el anuncio del presidente ecuatoriano, Lucio Gutiérrez, de que el funcionario no retornará si no hay un pedido de disculpas o se presentan las pruebas correspondientes.

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“Desafortunadamente le dieron esa información al Presidente. Se trata de informaciones muy delicadas, que fueron trabajadas por las distintas agencias de la fuerza pública, que tienen cada una parte de la información y es muy importante revisarla y compartirla con Ecuador”, señaló Ramírez.

La Ministra destacó que si bien la denuncia de Uribe trajo problemas, “lo importante es que los dos gobiernos tienen confianza mutua”. “Nosotros confiamos plenamente en el presidente Gutiérrez y sus fuerzas militares, lo que tenemos es que seguir trabajando juntos”, afirmó.

Agregó que Uribe ordenó la conformación de una comisión especial, que ya canalizó el informe a la Cancillería.

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La preocupación por el deterioro de las relaciones mutuas entre Colombia y Ecuador también se reflejó en el editorial del diario El Tiempo, de Bogotá, que dijo que “es una tempestad en un vaso de agua”. La tensión diplomática que ensombrece desde hace tres semanas las relaciones entre Colombia y Ecuador no debería ser difícil de despejar si ambos gobiernos son consecuentes con sus reiterados llamados a la cooperación y la hermandad, señaló.

“Es desconcertante que la comunicación entre las cancillerías no haya tenido la suficiente diligencia para aclarar el malentendido, generado por la declaración del presidente Uribe”, agrega.