El río Gaudalquivir divide la ciudad de Sevilla y en su orilla izquierda se destaca el palacio de la Giralda construido por los musulmanes, desde cuya torre de 35 pisos los almuadicines subían a caballo por rampas para llamar al rezo del Corán cinco veces al día.

Ahora al pobre turista le toca subir a pie. El castillo mantiene su lado árabe, un patio con árboles frutales y donde eran los aposentos reales se construyó la Catedral, la tercera más grande del mundo.

Al frente, se levanta el archivo de Indias. Hay que visitar entre otras cosas: la plaza de toros de La Maestranza, una de las más antigua de España, la iglesia de la virgen de La Macarena, y en el malecón la famosa torre de oro de los musulmanes, que ya no brilla como dice la historia que su fulgor se veía a 40 km.

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Más adelante se encuentra la glorieta de los marinos voluntarios, donde en 1493 se alistaban para los viajes a las tierras recién descubiertas de América. 

En la orilla de al frente está el barrio de Triana. Justamente de donde era originario el famoso Rodrigo de nuestra historia de la conquista. Y más allá, uno de los puertos de donde partió Cristóbal Colón.