Al igual que muchos asesinos en serie, Gary Ridgway era casado, tenía un trabajo estable y le gustaba socializar. Pocos imaginaban que detrás de este pintor de camiones se escondía el homicida más prolífico de Estados Unidos, y que tan sólo el placer lo movía para matar.
 
No había nada de este hombre de baja estatura, buen vecino y ávido lector de la Biblia que hiciera pensar en el monstruo que confesó el miércoles haber matado a 48 mujeres en 16 años, lo que lo convierte en el asesino en serie más prolífico de Estados Unidos.  
 
"Ridgway es el tipo de asesino que el FBI define como organizado. Es el  tipo de los asesinos en serie que mata para obtener una gratificación sexual. Que parece normal en la superficie y no es un psicópata", dijo a la AFP Lawson Bernstein, psiquiatra forense.
 
Una imagen que nada tiene que ver con la imagen que expandió el  personaje "Hanibbal Lecter" ni a la de muchos afectados por problemas mentales visibles", añadió.
 
"He asesinado a tantas mujeres que me cuesta acordarme de todas ellas", indicó Ridgway, ex marino y casado en tres oportunidades, durante una audiencia ante una Corte de Seattle (Washington, noroeste).
 
La mayoría de las víctimas eran prostitutas, por lo que "pocas de ellas se reportarían como desaparecidas", admitió.
 
Al elegir adolescentes y prostitutas, Ridgway demostraba "un sentimiento de poder y superioridad frente a las víctimas, subrayó Bernstein.
 
"Es una necesidad de poder que ese individuo no llega a satisfacer en su vida diaria, es la forma en que expresa sus fantasías más violentas", indicó Marilyn Bardsley, editora del sitio en Internet dedicado al crimen, "Court  TV".
 
Para Sam Vaknin, autor del libro "Maligno amor a sí mismo", los asesinos en serie padecen un narcisismo incurable que los hace enorgullecerse de sus truculentas hazañas.
 
"Los asesinos en serie generalmente mutilan a su víctimas y se quedan con algún miembro de ellas como si fuera un trofeo", dijo Vaknin.
 
Pero, según los expertos, es justamente la simplicidad en la vida de este  tipo de criminales lo que genera un pánico incontenible en la población.
 
"Es un caso similar al de Ted Bundy, un hombre guapo, militante del partido republicano, querido en su comunidad y que de un día para otro pasó a ser uno de los monstruos" más buscados, opinó Bernstein.
 
Ted Bundy - quien con el asesinato de al menos cuarenta mujeres provocó el terror en Estados Unidos entre 1974 y 1978 - desarrolló durante sus estudios universitarios su afición por asesinar jóvenes estudiantes.
 
Tanto Bundy como Ridgway, "sentían un gran odio y desprecio hacia las mujeres, y ambos disfrutaban del acto de matar mientras mantenían relaciones sexuales" con ellas, señaló Bardsley.
 
"Ambos disfrutaban muchísimo además de sus actos de necrofilia; volvían a mantener relaciones sexuales con sus víctimas", agregó.
 
Los dos eran sumamente meticulosos. Ridgway llamado el "asesino de Green  River", debido a que allí se encontraron las primeras víctimas, escondía minuciosamente a todos los cuerpos y cualquier evidencia que lo pudiera vincular con el crimen.
 
Las autoridades jamás sabrán cuántas son exactamente las víctimas de  Ridgway, de 54 años. En su declaración jurada del pasado miércoles, este hombre oriundo de Auburn, 7 Km. al oeste de Seattle, admitió mediante un acuerdo con la  fiscalía que lo salva de la pena de muerte, el homicidio de 48 mujeres.
 
Pero también admitió ante la policía que ese número puede ser apenas una muestra del total de mujeres que habría asesinado entre los años setenta y su detención en noviembre de 2001.
 
Pese a su apariencia indefensa, su pasado no era tan límpido: narró que  cuando tenía 15 años acuchilló a un niño en la calle.  "Sólo quería saber qué se siente", dijo años después.
 
Bajo su aspecto normal y su encanto, estos hombres esconden serios problemas, dijo Bardsley, y cualquiera de ellos puede ser "algún día tu marido o tu vecino. ¿Quién es tu vecino?, ¿cómo puedes saberlo?, advirtió.