Intentaba estacionar mi auto en la acera noroeste de la intersección de Rumichaca y Nueve de Octubre (cerca de la II Zona Militar), y un  militar que hacía guardia en la calle Rumichaca me indicó que me estaba parqueando en un sitio prohibido.

Inmediatamente busqué si había un letrero que diga “No estacionar” o un número del permiso municipal pintado en color amarillo sobre el asfalto, pero no los encontré.

Le hice notar al militar que no existía prohibición alguna de estacionar allí, y continué dentro del carro revisando unos asuntos. Se me acercó otro militar (al parecer un jefe) para insistir sobre el tema. Le expliqué que ellos no tenían autoridad sobre la calle, que los únicos autorizados para prohibir el estacionamiento son el Municipio y la Comisión de Tránsito del Guayas.

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El segundo militar se alejó y regresó en unos minutos con un oficial de la Comisión de Tránsito, quien me pidió que retirara el vehículo, lo cual hice para no agrandar el asunto a pesar de saber que me asistía la razón.

Aunque el suceso se desarrolló en un ambiente de respeto, me quedó el mal sabor de ver que la ley no es para todos. Los militares son una institución respetable pero deben tomarse la molestia de obtener legalmente los permisos respectivos para tener estacionamientos reservados en la vía pública.

Los oficiales de tránsito deben dar la razón a quien realmente la tiene y no crear un falso espíritu de cuerpo entre uniformados.

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Creo que el Municipio de Guayaquil debe hacer respetar la ley en este sector en proceso de regeneración urbana.

Ing. Édgar Ortiz Quevedo.
Guayaquil