Hace unas semanas, a las 10h00, estaba buscando estacionamiento en la complicada área (complicada por la regeneración urbana y la irrespetuosa permitida manera de manejar de los buseros) en torno al edificio Salco.

En una virada a la izquierda, hacia el sur, con el semáforo y el oficial de tránsito alternándose mutuamente, más toda la confusión de buses y universitarios, “parece” que me pasé la roja, paralelo con un bus.

En la siguiente esquina, un cuidador de carros me hizo notar que el oficial de tránsito me había pitado.
Di la vuelta a la cuadra (de uno a dos minutos máximo), y me presenté ante el oficial mientras estaba terminando de redactarme una boleta. Hizo caso omiso a mi presencia y preguntas, sin pedirme la licencia ni darme la citación. ¿Puede emitirse boletas (citaciones) sin conocimiento del sentenciado? ¿Esto significa que los oficiales pueden extender boletas a cualquier placa de vehículo que se les ocurre y sin saber uno que carga con ese estigma –más altísimos intereses– hasta la hora de la matriculación, con una acusación que podría ser costosa y hasta con orden de captura por fuga?
Juan Piana B.
Guayaquil