Se llega así a la conclusión de que vivir en democracia es la única forma de ser verdaderamente independientes.

El cambio establecido por los próceres demostró que Hispanoamérica había decidido asumir sus responsabilidades democráticas, incluyendo las obligaciones que darían sentido a la libertad.

En esa libertad también era esencial el periodismo, con respeto para los cuestionamientos relacionados con el poder político.

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Olmedo, como líder del periodismo del Litoral, dejó en perfecta ubicación ese respeto para el comentario y la información.

Hizo lo que ya tenía antecedentes en Espejo y Miranda. Lo que refrendó Bolívar, de manera inobjetable.

La libertad y el aliento constitucional del nuevo Estado, la categoría civil, a salvo de lastres religiosos, el laicismo y la representación democrática para completar las funciones de la libertad, hacen de la revolución de 1820 un hecho enaltecedor de la grandeza nacional.

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Olmedo y sus compañeros la entendieron con total claridad.