Idi Amin, quien se hacía llamar un hijo puro de África, pero cuyos ocho años como presidente de Uganda pasaron a la historia como una de las peores dictaduras militares del continente, murió el sábado. Tenía 80 años, según funcionarios ugandeses.
Otras fuentes indicaron que el dictador había nacido en 1925.
El ex dictador, que vivió durante años asilado en esta ciudad portuaria saudí, había sido internado en el Hospital de Especialidades Rey Faisal en coma y con hipertensión arterial el 18 de julio, y su vida dependía de un pulmotor. Luego, una fuente del hospital informó que sufrió una falla renal.
Murió a las 8:20 a.m., señaló el funcionario del hospital que insistió en el anonimato.
Amín, un ex campeón de boxeo y soldado del ejército colonial británico, derrocó al presidente Milton Obote el 25 de enero de 1971.
A ello siguió un reinado de terror. Los ugandeses recibieron con gusto, al principio, el ascenso de Amin, pero su inclinación a la crueldad y la extravagancia llegaron a ser evidentes en 1972, cuando expulsó a decenas de miles de asiáticos que controlaban la economía nacional. Al ser privada de su clase empresarial, la nación del este de África cayó en un caos económico.
Amin coqueteó con el terrorismo palestino. En 1976, un escuadrón de rescate israelí irrumpió en el aeropuerto de Entebbe, Uganda, y liberó a rehenes secuestrados por terroristas que habían llevado hasta allí un avión de Air France.
En Kampala, Uganda, Oonapito Ekonioloit, asistente de prensa del presidente Yoweri Musaveni, dijo que la muerte de Amin fue buena. Su muerte y sepelio simbolizan el fin de nuestro mal pasado.
Obote dijo una vez que Amin fue la mayor bestia parida por una madre africana. El ex presidente Jimmy Carter dijo que los acontecimientos en Uganda durante el régimen de Amin indignaron a todo el mundo civilizado.
Amin se declaró presidente vitalicio de la nación de 24 millones, se condecoró a sí mismo y dirigió al país con puño de hierro, matando enemigos reales e imaginarios.
Grupos de derechos humanos dicen que entre 100.000 y 500.000 personas murieron en ocho años. En cierto momento, tantos cadáveres fueron lanzados a los cocodrilos en el río Nilo, que los restos taparon ductos de alimentación de la principal hidroeléctrica ugandesa, de Jinja.
Amin nació en una aldea del noroeste, en la poco numerosa tribu Kakwa. Su madre decía que era hechicera de la tribu Lugbara, y Amin tenía más de 30 años cuando tuvo contactos regulares con su padre, que era campesino.
Se preciaba de saber más que los doctores en filosofía porque como militar sabía como actuar. Una vez dijo que Hitler tuvo razón al quemar a seis millones de judíos.
Amin fue sargento del Regimiento Real de Fusileros de África al finalizar el periodo colonial británico, combatió en Birmania durante la segunda guerra mundial, eran considerado un militar competente cuando se independizó Uganda en 1962. Posteriormente ascendió a jefe del Estado Mayor del ejército ugandés y de la fuerza aérea en 1966.
Amin Dada (o papá grande como le gustaba ser llamado por sus 112 kilogramos) fue seleccionado en 1975 para la presidencia temporal de un año de la Organización de la Unidad Africana.
Pero la mala administración y la corrupción llevaron a Uganda a un abismo y su economía cayó a niveles de subsistencia.
Amin, quien se había convertido al islam, huyó a Libia en 1979 cuando fuerzas de Tanzania invadieron Uganda y llegaron hasta la capital, Kampala, en una contraofensiva que siguió a un fallido intento ugandés de anexión de territorios tanzanianos en octubre de 1978.
Más tarde vivió en Arabia Saudita rodeado de todos los lujos y comodidades, con sus dos esposas y sus 22 hijos. Su esposa favorita Nalongo Madina Amin había dicho que dos de los hijos de Amin estaban a su lado en el hospital.