Los programas de humor nacionales y extranjeros sufrieron variaciones en cuanto a los argumentos que planteaban. Pero todos ellos poseen una misma cualidad: tocan situaciones que no son bien vistas por la sociedad, sobre todo occidental.

“Ni ‘El show de Lucy’ ni ‘El chavo del ocho’ están exentos del pecado. En el primero, Lucy miente frecuentemente y hay abuso de confianza. En el otro, uno de los elementos que más resaltan es el maltrato infantil. Hay una transformación del discurso que se concentra en el minúsculo mundo de lo cotidiano”, reflexiona el  sociólogo Rubén Aroca.

El director Jaime Chonillo, quien debutó en la televisión con el programa ‘Tal para cual’, sostiene que su referencia fue ‘El show de Lucy’. “Aprendí que la fórmula eran los malos entendidos, las situaciones disparatadas que no hacen daño a nadie, a mí no me gustó jugar con el sexo, aunque se puede usar de forma no tan explícita, sino sugerida”, señala.

Publicidad

Aroca indica que pese a que transcurren los años, los viejos programas siguen provocando risa, “pero se va expandiendo la ola de desinhibición juvenil que fuerza al mundo adulto a develar, cual patético protector, secretos y prácticas, cuyo conocimiento es inherente a la naturaleza humana”.