La moda y los gustos cambian, pero el pelo rubio siempre ejercerá una especial fascinación, aunque para tenerlo haya que desafiar lo que da natura.
15h00. Una clienta de tez trigueña, con pelo castaño que le llega a los hombros entra a la peluquería para teñirse del “mejor tono de rubio” que le vaya a su piel. La estilista le aconseja que por su tipo, le vendría mejor un color rojizo. Pero la clienta insiste. La estilista ya está acostumbrada a estas situaciones. “¡Todas, la mayoría lamentablemente quieren ser rubias!, creen que la piel se les va a ver más clara y es mentira”, dice.
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Aunque según los expertos en belleza, los tonos rojizos son los que están en boga, siempre habrá mujeres que no dejarán que el rubio pase de moda. No importa desafiar lo que natura da, ellas insisten en ser rubias.
Se las llama popularmente peliteñidas, coloradas, oxigenadas, rubias a la fuerza, y dentro de estas categorías hay mujeres de todas las edades, colores, grosores, estaturas, de diferentes ocupaciones y profesiones y de todas las clases sociales.
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Las gamas de amarillos en sus pelos son infinitas. Más claros, un poco más oscuritos, con mechas o sin ellas, pero rubias, aunque no a todas les quede bien.
¿Pero de dónde surge la fascinación por lo rubio? Como otros elementos, el pelo rubio y las rubias están vinculados a las industrias culturales. El cine por ejemplo, como expresa el cinéfilo Gerard Raad, ha impuesto todo tipo de rubias, desde las dulces como Joan Fontaine hasta las frías y enigmáticas Ingrid Bergman o Grace Kelly. También las rubias distantes como Kim Novak, Tippi Hedren; las tontas “pero que en realidad no tienen nada de tontas” como Julie Holyday, Goldie Hawn y Betty Grable y, las fatales, como Marlene Dietrich, Lanna Turner y Sharon Stone.
Y no podía faltar la principal, la que caló más hondo y el cliché que aún funciona: Marilyn Monroe, un cuerpo de morena adherido a una cabeza fosforescente.
El mundo de la moda también ha impuesto sus rubias como Cheryl Thieggs, Christie Brinkley, Jerry Hall, Claudia Schiffer, entre otras.
15h15. Ante la insistencia de la clienta, la estilista ha decidido hacerle primero unos rayitos dorados y encima le pondrá una base clara, mezcla entre rubio cenizo y mediano. Entonces comienza el proceso para sacarle mechas de pelo de un gorro plástico. La clienta se ve emocionada, aunque algo inquieta por la experiencia.
Para muchas sin embargo, teñirse de rubias parece ser algo más que una circunstancia anecdótica. Es como una vocación. Incluso hay morenas que nacieron con alma de rubias. “Yo creo que se nace para ser rubia”, dice la animadora de televisión Mariam Sabaté, cuyo pelo natural es castaño. “Desde que tuve poder de decisión me fui aclarando el cabello hasta llegar a ser rubia. En ocasiones se ha puesto de moda el cabello de otro color, me lo han sugerido, pero me niego. A mí me gusta ser rubia”, sostiene.
Más llamativas
16h00. Para ser rubia hay que tener paciencia. Una vez que se han sacado las pequeñas mechas del cabello de la clienta, se le aplica, de la raíz a la punta, una mezcla de cuatro onzas de decolorante y otras cuatro de agua oxigenada especial que le darán el tono rubio mantequilla a los rayitos. El proceso dura unos 8 minutos y luego se la pone en el secador durante 15 minutos.
A las mujeres les gusta convertirse en rubias para ser más llamativas, para que las miren más. A esa conclusión, dice haber llegado, junto a unos colegas, el estilista Mario Rojas, de Mario’s Peluquería.
“En mi caso, desde la tarima es mucho más fácil para el público ver un pelo rubio; es una acción visual importante”, dice la cantante Sharon, quien cambió su pelo oscuro por una larga cabellera amarilla.
Pero un pelo rubio no solo llama la atención en un escenario. Las ocasiones en que María Isabel Manrique, ejecutiva de Publigratas, ha decidido cambiar su look supermoderno de gruesas mechas casi blancas por volver a su pelo oscuro, “sentía que pasaba más desapercibida”.
El deseo de querer llamar la atención, en muchos casos, está también ligado a una falta de identidad y a un proceso de aculturamiento.
“Creo que en muchas mujeres hay cierto complejo frente a la rubia natural. De lo contrario no se explica el hecho de querer ser rubias aunque no les quede”, afirma Rojas.
En este sentido la “lucha” con los estilistas es eterna. “En nuestros países predomina la raza mestiza y los pelos oscuros, y es difícil volver rubia a una mujer así. Yo les explico y les aconsejo otros tonos, pero insisten en ser rubias, ¡es increíble!”, comenta asombrado el peluquero.
“Lo que pasa es que aquí no nos aceptamos como somos. Ahí están Sharon y Shakira, ¡pobres! tuvieron que hacerse rubias, la primera para gustar más al público ecuatoriano y la otra para entrar en el mercado anglosajón”, comenta Gexa Paredes, ex modelo y actual manager coordinadora de la Peluquería Vivet.
Muchos cuidados
16h35. Después de 15 minutos en el secador y 10 más al ambiente, se quita el gorro, se desenreda el cabello y se le pone en todo el cabello otro tinte, esta vez una mezcla de rubio cenizo con un rubio mediano. Solo en la raíz, la mezcla permanece 10 minutos, y en todo el cabello, 10 más.
La estilista explica que con esta mezcla, la clienta no lucirá con un rubio totalmente cenizo que le haría lucir como canosa, con 10 años más.
“ A veces el rubio esconde la belleza”, dice la estilista Martha Cecilia Delgado, quien agrega que además, ser rubia cuesta dinero y es importante el ritmo de vida de la mujer que decide serlo. “En cuatro o cinco semanas ya es necesario retocarse porque las raíces crecen y si una mujer lleva una vida apurada, sin tiempo para aquello, se va a ver descuidada”, explica.
“Hay mujeres que tienen que someterse a ese padecimiento todos los meses con tal de estar siempre rubias a lo Charityn, como lo hice yo durante años” , dice Gexa Paredes, quien se considera una víctima de este fenómeno, ya que desde adolescente y solo hasta hace muy poco fue una rubia tinturada (ahora usa pelo rojo).
16h55. El proceso de tintura está llegando a su fin. Le lavan el cabello a la clienta. Se la nota un poco nerviosa ante el espejo, se lo examina.
“El rubio es muy bonito, pero requiere de muchos cuidados, debe parecer lo menos artificial y además la mujer que lo lleve debe estar bien presentada y maquillada”, explica Mario Rojas, quien opina que el color rubio da estatus, pero que no es lo mismo “ver a una rubia descuidada en la cocina que a una rubia en una actividad empresarial”.
17h20. Ya le han secado y cepillado el cabello. Después de dos horas y 20 minutos, la clienta, con su nuevo look, parece contenta. Antes de irse, la estilista le aconseja que compre un champú especial.
“No se la ve mal, pero mejor le hubieran quedado unos rayitos rojos -dice la estilista-, pero es que aquí pocas son las mujeres que se dejan asesorar por el profesional. Quieren ser rubias como sea”.
Las industrias culturales, como el cine y la moda, han impuesto todo tipo de rubias, pero la que caló más hondo y el cliché que aún funciona es el de Marilyn Monroe, un cuerpo de morena adherido a una cabeza fosforescente e imagen de ingenua fatal.