Aquí se afincaron las familias más pudientes de Guayaquil desde mediados del siglo pasado.

Recorrer sus calles y observar sus imponentes residencias es una experiencia agradable y hasta cultural.

Quizá por ello, cada mañana, desde hace una década, José Jiménez Díaz Granados  pasea regularmente por las calles del barrio del Centenario, acompañado por sus mascotas (dos perros salchicha).

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Jiménez, próximo a cumplir 81 años, vive desde hace 40   en este tradicional barrio porteño, el primero en diseñarse y construirse con todos los beneficios (servicios básicos) que podía ofrecer la modernidad a inicios del siglo pasado.

Recuerda que el Centenario fue pensado y promocionado como un sector elegante y para gente con buenas posibilidades económicas. De ahí la belleza y variedad de estilos  de sus construcciones, 51 de las cuales son consideradas patrimoniales por la Municipalidad de Guayaquil.

Pero lo que más disfruta José Jiménez es el ambiente de tranquilidad.

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Los trabajos de regeneración urbana que  contratistas municipales ejecutan en varias de sus calles perturban la paz del sector, pero el octogenario vecino comprende que es una molestia que tendrá que soportar para luego ver remozado y más bello su querido sector, aunque sostiene que la obra no avanza al ritmo adecuado.

Al hablar sobre los orígenes del Centenario, Jiménez no logra recordar bien los detalles, como por qué lleva ese nombre, que historiadores locales como Julio Estrada Ycaza, en su Guía Histórica de Guayaquil, señalan que recibió esta denominación porque  fue ideado en la época que la ciudad celebraba pomposamente los 100 años de su emancipación política.

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La iniciativa de crear esta zona residencial fue de Rafael Guerrero Martínez, quien desde 1915 comenzó a adquirir lotes de terreno de la entonces hacienda La Esperanza a la familia Chambers Vivero.

En 1917 la sociedad Jockey Club vendió a Guerrero los derechos que tenía sobre los terrenos contiguos a los de la hacienda, lo que permitió al comprador y a Juan X. Aguirre Oramas establecer en 1919 la empresa Barrio del Centenario, y empezó a lotizarse el primer sector residencial de la ciudad.

El Centenario se promocionó en periódicos y revistas de la época mientras los planificadores de la obra hacían las gestiones para dotar de agua potable y alcantarillado a todos los  terrenos.

Estas labores se encargaron a la empresa J. G. White, que ya tenía trayectoria en trabajos de ingeniería sanitaria en la ciudad.

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Relatos de prensa de 1921 señalan que la urbanizadora presentaba a los potenciales clientes varios modelos de chalés para que los interesados tuvieran presentes los criterios arquitectónicos que se manejarían  en la construcción general del barrio.

Pese a la amplia difusión y promoción, hasta 1930 solamente se habían construido ocho edificaciones.

En el libro Patrimonio arquitectónico y urbano de Guayaquil, los autores Pablo Lee, Florencio Compte y Claudia Peralta describen las primeras construcciones del Centenario.

Señalan que en el barrio se diseñaron casas tipo chalé con ante jardín y se edificaron en hormigón armado para alojar   a las familias pudientes de la ciudad, habiéndose establecido un reglamento que solo permitía adquirir terrenos y casas de dicho sector a “guayaquileños de alcurnia”.

Las primeras casas las diseñaron y construyeron arquitectos e ingenieros italianos que si bien mantuvieron elementos clásicos, eran notorias la simplificación de las formas  y los  intentos de composición volumétrica que rompieran el plano de la fachada.

Recién en la década del 40, con el crecimiento poblacional de la urbe y la correcta dotación de servicios, el barrio del Centenario se pobló de acuerdo a lo ideado por los mentalizadores del proyecto.

Hoy  Jiménez añora los solares vacíos que servían para que los muchachos practicaran deportes.

Recuerda también a varios de sus antiguos vecinos, los Trujillo Calixto, los Baquerizo y a los Dunn, que tenían  las casas más imponentes o varios lotes de terreno.

Aunque muchos de sus vecinos han migrado a otros sectores de la urbe, especialmente las nuevas urbanizaciones  localizadas en las afueras de la ciudad,   José asegura que el Centenario mantiene su tranquilidad de antaño, aunque para ello se tiene que recurrir a guardias privados y toda clase de equipos e instalaciones que ofrecen las empresas de seguridad.

Ahora solo espera que concluyan los trabajos de regeneración urbana, que ejecuta el Municipio, los que fortalecerán la imagen del barrio, establecerán la jerarquía vial debida y dotarán de seguridad a sus moradores, a través de diseños y regulaciones técnicas de infraestructura y saneamiento ambiental, paisajísticos y viales.