Era Pierce Brosnan pero esta vez sin su disfraz de James Bond. Los periodistas tuvimos que cruzar toda la riviera francesa para llegar al exclusivo hotel Du Cap que albergó al actor quien promocionó su nueva película Evelyn. Es un melodrama irlandés basado en una historia real sobre la lucha de un padre por recuperar a sus tres hijos tras perder la custodia pese a que es la madre quien abandona la familia.

Brosnan interpreta precisamente a Desmond Doyle que en su lucha por retener a los pequeños a su lado llega hasta la más alta instancia jurídica de ese país.

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Brosnan no solo será la estrella, sino por primera vez también su productor. “No soy un hombre de negocios, soy un actor”, aclaró y agregó que “No sé nada de finanzas, pero he tenido que aprender poco a poco. Al principio me aterrorizaban los números, luego descubrí que se trata de puro sentido común.

La primera vez que me reuní en Dublin con mis consejeros financieros, me di cuenta de que se había acabado la parte más entretenida. Era hora de ponernos serios y revisar cifras todo el día. Y como la historia valía la pena, repasé mis matemáticas y puse manos a la obra”.

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Paul Pender, el guionista, conoció a la verdadera Evelyn, la hija de Desmond, en un encuentro casual y quedó fascinado por el tesón y la voluntad de su padre, quien desafió al Estado y la Iglesia para impedir que lo separaran de sus hijos. “Apenas leí la historia me fascinó”, comentó Brosnan. Enseguida su productora, Irish Dreams, compró los derechos. Luego se dio cuenta de que lo mejor sería protagonizarla.

El rodaje de Evelyn ha permitido a Brosnan regresar a su país de origen y se declaró encantado por la oportunidad de visitarlo nuevamente: “Comparto el amor a la naturaleza, a la vida que tienen los irlandeses y cada vez que vuelvo a esa pequeña isla donde nací siento que tengo que devolverle lo que me ha dado, por eso hago películas irlandesas. Es bonito volver a ser parte de esta bella comunidad”.

Allí también reflexionó sobre su propio destino como James Bond. En esta ocasión, el actor le fue infiel por unas horas y abandonó el rodaje de Dying another days, en Londres, para presentar esta pequeña producción irlandesa en Cannes.

“Cuando era pequeño, el único cine de mi pueblo solo proyectaba películas de vaqueros en blanco y negro. Y ahora hacer el último 007 me ha hecho pensar que algún día un niño que vaya a ver mi filme podría también convertirse en el nuevo Bond porque este personaje será eterno”, añadió.

Sin embargo, esa seguridad de Brosnan en la interpretación ha llegado con los años: “La primera vez que me vi como el superagente en Goldeneye, me sentí como Clint Eastwood, alguien muy especial, no puedo negarlo. Cuando empecé como actor hice acrobacias, practiqué canto y música. Tuve una verdadera formación académica y fue muy difícil para mí no sentirme un impostor interpretando a este personaje, sobre todo después de alguien como Sean Connery que en mi opinión ha sido el único Bond. Imitarle a él era algo muy duro de intentar. Lo conocí muy brevemente, pero fue suficiente para no poder olvidarlo”.