No creo en lo superficial, dijo Swami Nityamuktananda casi al principio de la entrevista. Eso fue evidente en la hora y media en que ella respondió con elocuencia y gracia a preguntas sobre el yoga, la meditación, la espiritualidad y la religión.

Visitó Guayaquil para participar en el Sadhana Yoga Conference 2017. En su presentación para el evento se destacan títulos de PhD, maestrías y estudios en teología, psicología, filosofía, ecología, saberes ancestrales, entre otros. Entre sus maestros espirituales figuran el monje tibetano Tulku T.Y.S Gangchen, el yogui Maheshananda y Swami Veda Bharati (discípulo de Swami Rama de los Himalayas).

Fue galardonada con el “Premio Mundial de la Paz” por la Fundación para la Paz en el Mundo Lama Gangchen, que cuenta con el soporte de las Naciones Unidas; hizo exposiciones artísticas de esculturas en diferentes países; ha publicado libros sobre yoga y meditación; ha recorrido el mundo aprendiendo sobre saberes aborígenes; fundó el Consejo Europeo de las Abuelas con el fin de despertar la sabiduría femenina… la lista es larga.

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Sin embargo, el tiempo pasado pierde importancia ante ella. Swami Nityamuktananda está presente en el momento presente, algo que puede parecer obvio (además de redundante) pero que no se acostumbra practicar. Unir la mente con el cuerpo en el presente, esa es su invitación para el mundo.

¿Qué es la “autoconsciencia” o consciencia de sí mismo?

Comencemos con física cuántica. Ahí se explica el mundo como un campo unificado de energía inteligente. Una semilla para una ensalada no viene de un árbol cuya semilla no pueda comerse, eso es inteligencia. Existen leyes cósmicas, inteligencias, que también están presentes en el ser humano. Sin embargo, no actuamos bajo estas leyes porque nuestra inteligencia está nublada por nuestra educación, condicionamientos, cultura... pero si tomamos contacto con esa inteligencia pura, primordial, podemos actuar desde la autoconsciencia.

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¿Cómo despejar las nubes que cubren esa consciencia inteligente?

Un niño dentro del vientre materno tiene las mismas frecuencias cerebrales delta que una persona que vive consciente de sí mismo. En yoga lo llamamos Samadhi. Hasta los seis meses más o menos, fuera del vientre, un niño vive en estado de meditación. Tiene las mismas vibraciones de una persona que viva en meditación, vive en total estado de unidad. Luego comienza la vida como nosotros la conocemos. La mamá le dice: “Tú te llamas Josefina”. El cerebro toma esa información y la imprime, como en un disco. Dice: Ok. Soy Josefina. Luego los amigos le dicen: “Eres torpe”, y él dice: “¡Ah! Soy torpe”. Luego la profesora le dice: “No puedes con las matemáticas”, y el niño se repite lo mismo... Así se van formando huellas a lo largo de la vida y se pierde nuestra unidad con la consciencia.

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¿Cómo nos libramos de eso? Estando aquí y ahora. Nos decimos: A ver, ¿dónde estoy?, ¿qué estoy haciendo? Estoy sentada, hablando, doblando mis dedos… ¿Por qué hago lo que hago? ¿Es bueno para mí o no? Si no lo necesito o no es bueno para mí, lo dejo ir. Llevo eso a todos los aspectos de la vida y gradualmente voy quitando todos los velos, las nubes.

En yoga, la herramienta para despejar la consciencia se llama meditación. Cuando meditamos no nos conectamos con nada nuevo sino con lo que ya tenemos dentro, solo que así lo dejamos relucir.

Estar aquí y ahora suena sencillo, pero sé que no es fácil ponerlo en práctica realmente. ¿Cómo empezar?

Yo tuve muchos profesores en este camino. Swami Veda Bharati solía decir: Comienza con 2 minutos. Así que cuando vas al kinder a recoger a tu hijo, esos dos minutos en que lo esperas, concéntrate en tu respiración. Gradualmente comienza a hacer lo mismo cuando haces las compras, cuando cocinas… Es un receso para tu cerebro, en esos minutos el cerebro deja de estar ocupado. Eventualmente, vas a disfrutar de ese espacio y lo vas a incorporar a más actividades de tu vida diaria. La idea de disciplina cambia. Ya no lo haces porque tienes que hacerlo, sino porque quieres. Luego te sientas a meditar por 15 minutos, por ejemplo, y tal vez por horas.

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No es cuestión de poner una alarma y decir “tengo que hacerlo”. Si haces eso, el cuerpo y la mente se pueden oponer y vas a rechazarlo. Hueles café y quieres irte con el café, pero si te tomas estos minutos para concentrarte en la respiración porque así lo quieres, entonces lo vas a hacer.

Si a un niño lo obligas a sentarse y tocar el piano, el niño no va a querer; pero si el niño se sienta porque quiere, porque le gusta y lo disfruta, entonces se va a sentar por horas a tocar el piano sin siquiera darse cuenta del tiempo. Es la misma ley cósmica.

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Usted es una estudiosa en teología, yoga, meditación, entre otros saberes. ¿Cuál es la diferencia entre espiritualidad y religión?

Swami Rama, otro maestro, decía: Estudia todo, aprende todo, y luego haz tu propia historia, tu propia filosofía, tu propia visión de la vida. Y esa es la diferencia entre espiritualidad y religión. La religión es un sistema que te dice qué hacer y la espiritualidad es lo que lo haces simplemente porque amas hacerlo.

Usted estudió diferentes corrientes religiosas, como el cristianismo, el zen, el budismo… ¿Qué la motivó a profundizar en prácticas como el yoga y la meditación?

Soy una mujer vieja. Yo nací al final de la segunda guerra mundial, en Alemania, así que crecí viendo los horrores del holocausto en cada esquina. Eso sucedió porque las personas no estaban conscientes, alerta, no querían conocer. Es lo mismo que pasa ahora, la gente no está alerta, no quiere saber el impacto de sus acciones o consumos, no quiere salir de su zona de confort. Así que desde que era una niña yo sabía que lo más importante era estar consciente de las cosas, así que me dedico a cuestionar y cuestionar. Leí mis primeros libros de budismo cuando tenía 14 años, así que siempre sentí que tenía esta misión de saber por qué la gente se porta como se porta y qué nos mantiene ciegos, inconscientes... Entonces me fui por distintos países, distintos caminos, preguntando: A ver, ¿cuál es tu respuesta a esto?

Y entonces decide convertirse en Swami, un título dentro de una tradición oriental, hinduista, ¿por qué se decidió por esta tradición y no por otra?

Tenemos que remontarnos al arca de Noe. Vamos al comienzo. Si tienes preguntas difíciles, vas a tener respuestas difíciles.

No existe el hinduismo. ¡No existe! Hinduismo es una palabra que los poderes coloniales usaron para hacer la administración en India más fácil. Es mucho más complejo que eso, pero así podría decirse muy en concreto. El gobierno indio emitió un decreto que establece que todo aquel que nace de una madre india es hindú, y no tiene nada que ver con la religión. Es un sistema similar a la tradición judía. La palabra hinduismo es cultural, no religiosa. India tiene 60, 80, 100 tipos de creencias, no solamente una.

Pero, ¿por qué me convertí en Swami? Yo no lo elegí. Tu estudias y un maestro te sugiere que te conviertas en Swami. Puedes compararlo con un PhD honorífico. Tu puedes decir que no, pero cuando me lo ofrecieron, yo me sorprendí. Me convertí en Swami de la tradición de alguien llamado Ching Mahananda, que es de los Himalayas. Es alguien que ha construido como 600 escuelas en India y estuve 5 o 6 años en esa la tradición. Luego conocí a Swami Veda Bharati y la tradición del Himalaya. Él me sugirió que me convierta en Swami bajo esta tradición. Y también tomé este honor. Son dos corrientes que se juntan en este ser que está aquí.

Entonces le pregunté a Swami Veda Bharati: ¿Qué es esta tradición del Himalaya? Él me dijo: Si tú ves hacia atrás, en la historia, todo viene de los Himalayas. El tao chino, Buda, los monjes de los Himalayas fueron a Rusia, fueron hasta Israel e influenciaron el cristianismo. En la tradición cristiana también se habla de que Jesús fue a los Himalayas a estudiar. Los sabios indios fueron a occidente. Esto fue lo que me dijo Swami Veda Bharati, pero yo sentía que eso no era suficiente. Así que me fui a vivir y estudiar con personas indígenas.

Me fue a descubrir la sabiduría de la pachamama, de los aborígenes australianos, de los aborígenes de norteamérica… Y encontré la misma esencia. No pienso que todo venga de los Himalayas, pero sí pienso que existe un vínculo que nos une a todos, esa inteligencia primordial.

En Ecuador, al menos el 80% de la población se identifica con la religión católica o cristiana. Entonces, ¿cuáles son las principales diferencias entre el cristianismo y tradiciones como el zen o el budismo?

La tradición cristiana tiene sus raíces en el judaísmo. No puedes entender el cristianismo sin el judaísmo. Cristo era de un lugar llamado Nazaret, por eso en las escrituras antiguas lo llamaban ‘el nazareno’. Las personas de ese lugar eran los esenios, ellos eran escépticos y rechazaban los rituales judíos y el dogmatismo de la tradición judía. Cristo tenía su maestro, su gurú, Juan Bautista, quien era parte de los esenios. Estas son mis palabras, mi opinión. Digo que las enseñanzas de Jesús se rebelaron al dogmatismo judío.

Estoy haciéndolo muy resumido y por eso suena tan agudo. Jesús decía: Los dogmas, los rituales, no son lo importante, sino el amor. Ese es el núcleo.

En India, por ejemplo, la cultura era dominada por sacerdotes brahmanes, por dogmas, por rituales. Entonces varias personas se alzaron para rebelarse en contra de los rituales y los dogmas, ellos dijeron: No se trata de eso, se trata del amor. Una de esas personas ahora es llamado Buda. Puedes llegar a este mismo punto con las mayores religiones del mundo.

En algún punto la gente dice: No necesitamos pagarle al sacerdote o a un templo, podemos tener una relación con esa consciencia por nuestra cuenta, la consciencia de la que hablamos antes. Cristo reveló eso, pero luego sus discípulos pensaron en cómo vamos a mantener esto y comenzaron a crear rituales y dogma. Y así es como terminas con la Iglesia católica, la religión budista... Lo mismo puedes decir del yoga. Originalmente, el yoga era diferente a lo que se enseña ahora. Tienes la semilla, el espíritu, y luego eso lo convierten en un dogma.

Podemos decir entonces que esas organizaciones no son la esencia. La esencia es la enseñanza. Sin embargo, algunas personas toman el yoga y la meditación son una especie de religión. ¿Qué nos puede decir sobre esta interpretación?

Lo que la mayor parte de la gente entiende como yoga, no es yoga. Yoga es unión. Es ir de nuevo a ese campo unificado, magnético, energético. Para ello hay varios métodos. Puedes estar unido a cualquier sistema religioso, a cualquier tradición, y practicar yoga. El yoga no puede ser una religión porque no está atado a una organización, es abierto, pero sí puede ser espiritualidad porque nos sirve para llegar a ese campo unificado de energía.

Podemos decir entonces que el yoga nos ayuda a regresar a este estado de consciencia primordial. En el método de yoga más popular en Ecuador se enseña que esta práctica tiene como pilares, la respiración, las asanas (posturas del cuerpo) y la meditación. ¿Tienen que practicarse juntos estos tres pilares para lograr la reconexión con la consciencia?

Lo que mencionas son métodos. Aquí (en Guayaquil) el río está muy cerca. Puedes ir a la orilla del río y ver la caída del sol. Eso es tan hermoso que te olvidas que hay separación entre ese paisaje y tú. Ahí hay unión, eso es yoga. Si te dicen que necesitas hacer pranayamas (ejercicios de respiración) o asanas, debes entender que esos son simples métodos. Tú puedes ir al bosque, a una montaña, cerca del mar, a tu habitación, a cualquier lugar, y vivir el momento presente. Eso es meditación.

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Una de sus intervenciones en el Sadhana Yoga Conference está titulada “Meditación, Yoga y Cristianismo”. En Ecuador es posible leer o escuchar comentarios donde se acusa al yoga o a la meditación de ir en contra de Cristo, del cristianismo. ¿Cómo se relacionan estos métodos con la religión?

Cristo se fue al desierto a rezar y a meditar. Él dice en el Nuevo Testamento, muchas veces: Anda al interior. Eso es meditación. Sin embargo, es posible ver que cuando alguien comienza a meditar puede llegar a un punto donde se da cuenta de que ya no necesita al sacerdote. No lo necesita porque se da cuenta que puede construir por sí solo una relación con su Dios o desarrollar espiritualidad por sí solo, sin la necesidad de intermediarios. Cuando eso pasa, las instituciones dejan de recibir dinero y adeptos, y justamente es a base de eso con lo que se han construido las iglesias y mucha gente se ha hecho rica. Entonces la organización ve a la meditación como algo malo.

En todas las tradiciones místicas cristianas, ellos publicitan la meditación. Los padres del desierto, antes de que la Iglesia se vuelva fuerte, toda su cultura, su organización, estaba basada en la meditación. En la historia podemos ver que los sabios, los santos, los místicos, todos meditaban, los monjes de la Iglesia griega ortodoxa hacen asanas, pranayamas y meditación, aunque nunca hayan escuchado la palabra yoga. La Iglesia celta cristiana de Escocia e Irlanda siempre ha tenido meditación, porque Cristo lo enseñó, pero en el momento en que interviene el poder, el poder es el que dice: esto es malo. Te puedo dar citas de la Biblia. Esto no es mi opinión. Esto es un hecho.

Sin embargo, alrededor del yoga también se han creado organizaciones, se ha creado un negocio cuyo centro es el yoga y la meditación.

Por supuesto, pero eso más o menos lleva 60 años. Es un comercio bastante joven y tiene que ver con nuestra situación occidental. El materialismo en lugar de la interiorización. Tiene que ver con la economía. Yoga es una víctima de eso.

Para mí el problema es que para llamarse ‘yogui’, esta persona debería ser realmente sabia. El problema es que existen personas que venden lo que nunca han practicado de verdad, que no lo han interiorizado, porque son negociantes. Y muchos corren tras esas personas, como ovejas.

Entonces volvemos a la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? Todo tiene que ver con estar consciente, alerta. Y cada vez el entorno se pone peor. Mientras la gente más utiliza la tecnología sin reflexión, solo reaccionando, sin pensar, buscando solo hacer todo más rápido y más rápido, vamos perdiendo la habilidad de comunicarnos.

La gente ya no lee el lenguaje corporal, ya no tiene tiempo de sentarse a pensar… Por eso es tan importante meditar. Es fundamental crear una mínima pausa y comenzar a reflexionar. Si eso no pasa, la humanidad está camino al suicidio. (I)