Al masticar este chicle, un sabor amargo se convierte en la señal de alerta de que las encías no están en buen estado y es necesario acudir al dentista.

Es el primer test casero que permite diagnosticar con rapidez gingivitis o enfermedades periimplantarias.

La idea parte de una compañía farmacéutica que ha contactado con la Universidad de Würzburg, Alemania, para su desarrollo. Sus investigadores acaban de publicar el avance en la revista Nature Communications.

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Así fue que desarrollaron un biosensor que se activa al entrar en contacto con la saliva. Si sabe amargo, el diagnóstico es positivo; si la boca está sana, el sabor de este chicle sigue siendo agradable. (F)