Un policía de la Unidad de Protección del Medio Ambiente alerta a los directivos y especialistas que administran Bosque Protector Cerro Blanco en Guayaquil, mientras señala dos jaulas cubiertas de las que provenían golpes fuertes y un siseo intenso. “¡Cuidado!, no se acerquen demasiado, son dos boas que encontramos (boa constrictor y Erythrolamprus epinephelus), la segunda de nombre común sayama... es muy brava. La primera estaba a dos cuadras del estadio Capwell y la segunda la capturamos por el suburbio. Las dos fueron reportadas por la ciudadanía y venimos a liberarlas en su hábitat”. Ocurrió el pasado lunes, y es un hecho “normal”, según Eric Horstman, director de la Fundación Pro-Bosque encargada de la administración de Cerro Blanco. “Casi a diario la Policía viene a liberar especies salvajes en este lugar”, dice.

Además, asegura que la expansión urbana es la culpable de estos encuentros que amenazan los recursos naturales que le quedan a la ciudad: “Por todas las acciones que causan los seres humanos casi todos los bosques protectores y nativos aún no protegidos en Guayaquil están quedándose como islas rodeadas por urbanizaciones, canteras, carreteras y esto no permite el flujo genético de las especies... También la tala y caza ilegal es perjudicial”.

Afirma que la construcción de la vía al nuevo aeropuerto en Daular, en la parroquia urbana Chongón, trae desafíos para la reserva que dirige. “Si en esa construcción no se regula el uso del suelo que estará alrededor de la misma será un problema. Debemos reconocer que Autoridad Aeroportuaria nos envió un plano donde se nos indica que en el noroeste construirán un túnel para minimizar la afectación, esto es positivo, pero el mayor problema es la especulación del suelo”, dice.

Publicidad

El titular de la Dirección de Ambiente del Municipio de Guayaquil, Bolívar Coloma, indica que se han previsto estos inconvenientes y se tiene un plan de acción: “No vamos a afectar las áreas protegidas cercanas a la vía. Se tiene previsto la construcción de túneles y viaductos en zonas especiales que permitan la conectividad de las áreas naturales”.

Según Horstman, esta interconexión debe realizarse entre las zonas protegidas Cerro Blanco, Bosque Prosperina, Bosque Papagayo, Bosqueira, llanura inundable y la reserva Manglares del Salado, ya que beneficiará a la circulación de las especies que necesitan de extensos territorios como gavilanes, jaguares y tigrillos que han sido avistados en estas áreas.

Con esto concuerda Paolo Piedrahíta, biólogo y docente de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), quien realiza estudios sobre el comportamiento de especies endémicas en el bosque Prosperina: “La mayoría de aves no anidan acá (Prosperina), solo están de paso. Sin embargo, hemos detectado un nido de un gavilán dorsigrís (Leucopternis occidentalis), una especie amenazada, pero su existencia indica que el bosque está en buenas condiciones y la obligación es mantenerlo así, pese a la contaminación propia que genera una ciudad, en especial la auditiva ya que esta aleja a las aves”.

Publicidad

El crecimiento poblacional, señala Piedrahíta, también debe planificarse para reducir la afectación en los distintos ecosistemas de la ciudad: “Debemos pensar en corredores naturales, en sistemas de transporte amigables, en educación ambiental desde las escuelas, ya que los niños son los que afrontarán los mayores problemas”.

La construcción de edificios habitacionales serían otra solución para proteger estos recursos naturales, según Paola Calle, subdecana de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Espol: “Yo sé que todos queremos una casa propia, con patio grande, pero los guayaquileños debemos entender que la ciudad debe crecer de manera vertical”, afirma.

Publicidad

Calle, quien ha realizado investigaciones sobre la contaminación del manglar y la ría Guayas (porque en esta se mezclan el agua dulce con la salada), sostiene que las autoridades deben endurecer las sanciones para los ciudadanos y empresas que contaminan. “El mangle es una barrera natural contra inundaciones, pero en algunos sectores casi ya no existe por la tala y la contaminación. En verano (estación seca) observamos que canaletas para aguas lluvias desfogan líquidos en el estero Salado, esto debe ser castigado con mucha más rigurosidad”, indica.

Añade que Ecuador alberga siete especies de mangle de las que cinco están en Guayaquil. “Estos árboles producen mucho más oxígeno que ninguno, son los verdaderos pulmones del mundo, pero son ecosistemas frágiles y sensibles”, recalca.

Sobre la ría, alerta de estudios que revelan “la presencia de pesticidas, además del sedimento que... ya se evidencia en grandes islotes”. El Cabildo reconoce estos problemas y por eso, en marzo de este año, presentó la Estrategia Ambiental Cantonal que busca conectar y conservar las áreas naturales que aún posee Guayaquil. (I)

Cuando se habla de protección y conservación hablamos de planes profundos, de largo alcance. Esta es la única forma de dejar algo a las próximas generaciones”.Eric Horstman, Ambientalista