Cuando las personas se movilizan por las ciudades pocas miran más allá del asfalto, el tráfico, los edificios. La mayoría no se percata de que a su alrededor la vida se expresa. Algunas de las especies se han adaptado a la vida citadina y comparten los espacios. Como ejemplos están el colibrí piquilargo (Heliomaster longirostris) y la paloma tierrera (Columbina buckleyi) que anidan en los techos de las casas, en los postes de alumbrado de Guayaquil... Otros animales sobreviven en los últimos reductos de ecosistemas casi no trastocados, que están siendo ahorcados por la expansión urbana.

Para resaltar la fauna silvestre, Juan de Dios Morales, ecólogo de la Universidad San Francisco de Quito, presenta la iniciativa “Guayaquil salvaje”. Es un proyecto audiovisual que, a través de la ubicación de entre diez y doce cámaras trampa, busca consolidarse como una herramienta para la conservación de especies y potenciar la visita de turistas proyectando las imágenes logradas con estos dispositivos en sitios estratégicos, explica su impulsor.

“La generación de información de investigación con tecnología y su difusión nos ayudará a que los guayaquileños, visitantes nacionales y extranjeros conozcan lo biodiversa que es esta hermosa ciudad. (...) Queremos ubicar las fotografías en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo o el terminal terrestre”, comenta Morales.

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Gracias a una alianza con la Fundación Pro Bosque, el plan se iniciará en el Bosque Protector Cerro Blanco, donde se ha detectado presencia de jaguares y se buscará fotografiar principalmente la fauna como mamíferos y aves. “Queremos realizar un estudio preliminar de las cámaras trampa para poder replicar la iniciativa en los otros bosques protectores del país, en este caso, el Municipio de Guayaquil trabaja con Cerro El Paraíso, Bosqueira, etc. Además, necesitamos alianzas con la academia, en especial con la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, Escuela Superior Politécnica del Litoral, Casa Grande, ya que están cerca de áreas protegidas”, dice el ambientalista.

Para Morales, las características naturales de Guayaquil la hacen única, pero la mayoría de sus habitantes no las conocen. En el cantón hay 88.509 hectáreas con diferentes sistemas de gestión ambiental, dentro de estas zonas existen once ecosistemas del Mapa de Vegetación del Ecuador Continental. “Lastimosamente la mayoría de guayaquileños no lo saben por lo que no cuidan”, dice.

“Guayaquil salvaje” fue premiada, el pasado 5 de junio, por el Municipio con el galardón “Guayas y Quil”. El reconocimiento también comprende la entrega de $ 10.000 como financiamiento de la iniciativa durante el próximo año.

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Bolívar Coloma, director de Ambiente del Cabildo, explica que aunque el premio se lo entrega desde 2011, este año es la primera vez que se enmarca dentro de la Estrategia Ambiental Cantonal (EAC), que fue presentada en marzo pasado e incluye la marca “Por un Guayaquil para siempre”. “Estos lineamientos nacen del compromiso con la ciudad firmado con ocasión de la cumbre COP21 y la suscripción del pacto de los alcaldes en París, del cual la ciudad es uno de los suscriptores. Este promueve que el accionar debe partir de las ciudades y no esperar que haya un compromiso estatal previo”.

El funcionario afirma que uno de los desafíos es que la expansión urbana no afecte a las zonas protegidas. “Hay que conocer, reconocer y vigilar las áreas sensibles de la ciudad. Una vez que establezcamos indicadores se va a controlar el crecimiento urbano y que esta expansión no afecte a estas zonas tan ricas ya identificadas”, indica Coloma.

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Juan de Dios Morales asegura que otro de los objetivos del proyecto es evidenciar las posibles afectaciones de estas áreas: “Tenemos que comprar cajas de metal como dispositivos de seguridad, para que las especies y cazadores no se las puedan llevar. La idea es que sea un mecanismo de control y vigilancia de las actividades que se realizan en Cerro Blanco. En principio las colocaremos en las principales quebradas, que son donde la mayor parte de la fauna se concentra”, explica.

Osos hormigueros, venados, jaguares, tigrillos, el mono machín, perros y gatos domésticos que se hayan vuelto salvajes y alteran al ecosistema, son el objetivo. El plan incluye la implementación del sistema de monitoreo, el análisis de la información y la publicación en una revista científica. (I)

Queremos que en Guayaquil se haga mayor turismo de conservación, ecológico. Fomentar los corredores urbanos que nos conecten a los bosques protectores que actualmente tenemos”.Bolívar Coloma, Director de Ambiente