"Siempre me he preguntado qué se siente al ser feliz". Después de años de temor, y los últimos meses de terror, Azmad, el primer homosexual checheno acogido en Francia tras ser perseguido en su país, aspira a vivir "una vida normal".

"En mí país, no sabía lo que era la quietud, la tranquilidad", cuenta este joven de 26 años, con la mirada disimulada bajo gafas de sol, durante una entrevista con la AFP. En Chechenia, en donde la homosexualidad es un tabú, salir del armario es algo inconcebible.

"Si la gente lo sabe, tanto tú como tus familiares corren peligro. Allá, matan a gente por simples rumores", afirma este hombre que prefirió no comunicar su verdadero nombre.

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En Grozni, la capital chechena, la comunidad gay vive como una "subcultura cerrada", forzosamente paranoica. Cualquier amistad nueva debe ser validada por un máximo de amigos en común. "Pero muy pocos toman el riesgo" de verse, cuenta.

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La vida de los homosexuales chechenos se convirtió en un verdadero infierno hace unos meses, cuando se descubrió el cuerpo de uno de ellos "desnudo y atado". El hombre fue "violado y asesinado", recuerda este estudiante, que trabajaba paralelamente como vendedor. Fue allí cuando comenzó la era de las persecuciones.

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"Poco a poco, los gays comenzaron a desaparecer", afirma. "Era algo sistemático". La policía chechena utilizaba las fotos en los móviles o computadores para encontrar fácilmente a otros miembros de la pequeña comunidad LGBT local, en donde "todo el mundo se conoce", acusa Azmad.

Según el diario ruso Novaya Gazeta, más de cien homosexuales rusos han sido arrestados en los últimos meses en esta república rusa del Cáucaso, en donde las autoridades han incitado a sus familias a matarlos para "lavar su honor".

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De acuerdo al mismo rotativo, al menos dos personas han sido asesinadas por familiares y una tercera murió tras ser torturada. Pese a la condena internacional, las autoridades rusas y chechenas niegan estas acusaciones.

Yihadista mejor que homosexual

Azad mantenía un "perfil bajo". No salía con otros chechenos, para mantener cierta discreción. Pero una foto de él fue encontrada en un teléfono, lo que le valió un primer arresto breve y sin violencia. Una suerte cuando otros homosexuales chechenos afirman haber sido torturados en los últimos meses.

Pero unos días más tarde, la policía fue a buscarlo a su barrio. Le arrebataron su teléfono, donde "toda su vida" está almacenada, y le obligaron a desbloquearlo. Azmad logró escaparse.

"Huí porque entendí que no lograría salvarme. (...) Se iban a dar cuenta de quién soy".

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Se refugió en la casa de una persona que conocía desde hace mucho tiempo, a quien le dijo que lo buscaban por videos "islamistas extremistas, llamados a la yihad". Cualquier cosa mejor que revelar sus preferencias sexuales.

Este amigo lo llevó a una provincia vecina, desde donde tomó un autobús a Moscú. Allí, se escondió durante dos meses.

"Partió sin nada más que la mudada de ropa que llevaba. Nunca miró hacia atrás", comenta Guillaume Méline, un director de cine que creó hace poco la asociación Urgencia Chechenia y que recibió a Azmad a su llegada a Francia.

Para evitar cualquier represalia, "ni siquiera su madre sabe por qué se fue, o si está vivo".

La semana pasada recibió un "visado humanitario de urgencia", según Joël Deumier, presidente de la asociación SOS homofobia. Y el lunes pasado llegó a Francia.

"Voy a intentar olvidar", dice, y "comenzar una vida normal".

Cuando fue entrevistado por la AFP en una habitación de un hotel, Azmad aceptó que se filmara únicamente una parte de su hombro, por temor de que la comunidad chechena en Francia lo identifique. (I)