De pronto, en la orilla del bosque aparece un oso. Tras los gritos de sorpresa, los automovilistas que visitan el Parque Nacional de Banff, en el oeste de Canadá, se detienen al borde de la carretera para lanzarle ráfagas de disparos con sus cámaras.

"Aquí hay alces y osos, pero la gente no parece muy consciente de las normas del parque: salen de sus vehículos y se acercan a los osos, lo cual no es muy prudente", dijo Tony Garland, un turista estadounidense que es asiduo visitante de Banff. 

Como él, muchos turistas estadounidenses y asiáticos aprovechan un tipo de cambio favorable para vacacionar en los parques canadienses.

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"El verano pasado hubo muchas más personas que en años anteriores", señala Tony Garland. "Parece que este lugar se está volviendo cada vez más popular", añadió este sexagenario de Seattle, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

Banff, el más antiguo y popular de los cerca de 40 parques nacionales canadienses, recibió en 2016 casi cuatro millones de visitantes.

Y para el verano de 2017 ya se pronostica un récord, pues además de la debilidad de su moneda, Canadá conmemora 150 años de su fundación y, para celebrarlo, ofrece entrada gratis a todos sus parques todo el año.

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El incremento de visitantes ha sido en promedio de 5% anual en los últimos años. Para la temporada alta de julio y agosto, además de los turistas extranjeros, se esperan también más canadienses que en años anteriores.

Maná 

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Aunque este flujo es celebrado por la industria turística, genera preocupación en cuanto a la protección de los ecosistemas.

"Desde enero hemos registrado el doble de reservas de lugares de camping que el año pasado", dijo Greg Danchuk, director del programa turístico de Banff en Parcs Canada, la agencia federal que gestiona estos lugares protegidos.

Esta agencia tiene la difícil tarea de asegurar que el desarrollo comercial no amenace la protección de la naturaleza.

"Tenemos la responsabilidad de hacer las dos cosas a la vez: por una parte preservar los recursos naturales del parque, la naturaleza, y por otra, ofrecer a los turistas la oportunidad de visitarlos", dijo a la AFP el funcionario.

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El turismo en las áreas naturales protegidas genera unos ingresos anuales de 1.500 millones de dólares canadienses (USD 1.120 millones) y emplea a 22.700 personas, un maná al que el gobierno quiere seguir inyectando dinero para su funcionamiento.

Daños y perjuicios

Sin embargo, hay quienes piensan que la promoción del turismo se hace a expensas de la protección del medio ambiente.

"Por ley, Parcs Canada debe poner la naturaleza por encima de todo, y este no ha sido el caso", criticó Anne-Marie Syslak, directora de la Sociedad para la Naturaleza y los Parques de Canadá (SNAP), una organización ecologista con sede en Calgary. "La afluencia de turistas demasiado intensa sin que la protección de la naturaleza sea la prioridad pone literalmente a los parques en peligro".

De hecho, si bien Parcs Canada pone la protección de la naturaleza como primera prioridad, el presupuesto dedica más dinero a promover el turismo que a la preservación del medio ambiente.

Y entre los comportamientos imprudentes de los turistas que buscan acercarse a los animales salvajes o darles comida, los daños causados a la flora, la basura abandonada y el número creciente de vehículos en las carreteras, los daños vinculados con el turismo masivo aumentó de forma exponencial en las últimas décadas.

Mientras que "las localidades en la falda de las montañas estaban habitadas principalmente por mineros o trabajadores del petróleo", dijo Edward Johnson, director de un centro de investigación sobre los ecosistemas de las Montañas Rocosas, "desde hace unos años hay más desarrollo turístico".

Este profesor de la Universidad de Calgary habla de "un entusiasmo cada vez más fuerte en la región".

Pero se inclina a creer que "probablemente sea algo bueno, pues mientras más personas visitan las áreas naturales, más se pueden preservar": turismo y medio ambiente pueden conjugarse porque la industria del turismo genera ingresos que puede ser reinvertidos localmente, sostiene.

No obstante, considera que los estudios de impacto del desarrollo comercial a largo plazo son insuficientes e insta a "reflexionar cuidadosamente sobre el tipo de desarrollo que queremos para asegurarse de que todo el mundo mida las consecuencias".

"El turismo y la conservación deben ir de la mano", dijo Anne-Marie Syslak. "Los turistas vienen aquí por la belleza de la naturaleza y la fauna (...) y tenemos la responsabilidad de respetar y cuidar estos lugares" para garantizar su éxito y sostenibilidad. (I)