Pregunta: Tengo 31 años. Me casé hace un mes. Vine de otra ciudad, después de tres años de noviazgo a distancia. Mi esposo tiene dos hijos de 11 y 14, varones. El problema es que ellos están con nosotros todos los fines de semana, no tenemos tiempo para nosotros. Tanto mi trabajo como el de mi esposo son demandantes. Llegamos tarde a la casa y salimos muy temprano, no tenemos tiempo de descansar. El sábado él se levanta y va a recogerlos y, cuando despierto, no está. En este corto tiempo no hemos tenido intimidad, por cansancio, porque siempre hay algo que hacer por los niños.

Me esfuerzo mucho por el hogar, atiendo a mi esposo y a sus hijos, pero termino rendida el domingo por la tarde. Le he pedido en varias ocasiones que vea a los niños cada quince días para poder disfrutar del tiempo juntos, pero él se niega.

Siento que me he vuelto su empleada doméstica. Esto ha creado resentimientos, empiezo a sentirme sola y he dejado de hablarle con normalidad. No sé de qué otra manera demostrarle que estoy cansada de la situación. Sabía que tenía hijos, pero he pasado a segundo plano totalmente, no compartimos nada.

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He llegado a pensar que si no cambia, lo mejor sería separarnos. Es un buen hombre, pero no quiero que toda mi vida sea esclavizada a esto.

La Anónima, Quito

Respuesta: Estimada señora, usted está pasando por cambios mayores en su vida, quizá los más importantes sean: 1. matrimonio, 2. cambio de lugar de residencia, 3. cambio de lugar de trabajo, 4. ahora es madre ta tiempo completo durante los fines de semana de dos niños que no son hijos suyos.

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Los procesos de cambio son etapas difíciles que suponen estados de alto estrés. Si a esto le sumamos el cansancio físico que usted acusa, entonces está al borde de una crisis que puede acabar con el éxito de cualquiera de las recién emprendidas tareas de esposa, ejecutiva, madre, ama de casa y más.

Usted no puede seguir así, es imperativo que busque a un terapeuta de pareja y llegue a un arreglo con su esposo. No intente hacer esto por su cuenta, pues podría terminar en una grave discusión y estoy segura de que ya ha tenido varias. Créame, lo último que usted necesita es eso. Se requiere de un profesional entrenado para resolver estas situaciones.

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Tenga en cuenta que para su esposo esto tampoco es divertido, es muy probable que se sienta culpable por cualquiera que fuera el motivo de la ruptura del primer matrimonio y tiene en su subconsciente la necesidad de enmendar el daño que pueda haber causado a los niños.

Esta situación no será eterna, como usted menciona, “para toda la vida”. Los niños de esa edad estarán pronto más interesados en salir con sus amigos que con su papá. Respire profundo, contrate a una empleada doméstica para que la ayude con las tareas o haga que él y los niños participen de las tareas domésticas y que el trabajo sea en equipo.

Pero ante todo reitero: busque un terapeuta de parejas. La triangulación del diálogo y el diagnóstico de un profesional pueden cambiar drásticamente la óptica de ambos miembros de la pareja. (F)

Marly Ayala–Ycaza,
Máster en Ciencias de la Psicología.

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