Estar en una relación afectiva es una de las situaciones más placenteras de la vida, como nos consta a todos. También nos consta que es una empresa nada fácil de dirigir, pero los beneficios más que compensan los esfuerzos. Para cierto tipo de personas, sin embargo, la relación de pareja es una intensa e inagotable fuente de estrés, y por consiguiente de ansiedad, que, irónicamente, puede terminar matando aquello que tanto placer produce. Todo gira alrededor de sentimientos de inseguridad (baja autoestima, pobre autoimagen), que producen dudas y cuestionamientos sobre la estatura de su papel en la relación, y un constante temor a fallar, a perder, a quedarse solo, a menudo acompañado de una voz crítica interior que le dice que es un perdedor y que nunca estará a la altura de las circunstancias. Su sufrimiento es real, teme involucrarse más, mostrar más debilidades y quedar más herido, pero no puede evitarlo.

El temor puede convertirse en obsesión sobre perder a su pareja, y se creará más dependencia. Su pareja comenzará a afectarse y preguntarse si la relación con alguien tan inmaduro (por quien cada día sentirá menos respeto) debería terminar. Al sentirse amenazado puede querer dominarla o controlarla con celos explícitos, reclamos de atención exclusiva, espiarla, chequear furtivamente su celular, entre otras acciones autodestructivas. En ocasiones puede volverse frío, distante, sin previo aviso, para luego volver a ser agresivo. También puede ir al otro extremo, al chantaje emocional (buscar lástima, amenazar con suicidarse, drogarse, alcoholizarse). Es una cadena de eventos que puede llevarlo a la ruina moral.

Muchas de las causas de la inseguridad nacen de problemas no resueltos de la niñez o adolescencia, muchas veces unidos a fracasos en relaciones afectivas anteriores de las cuales no se obtuvo experiencia. La persona así afectada se siente devaluada y busca ser revalorizada por su pareja, pero ella es la persona menos indicada para esta tarea. La validación debe encontrarla uno mismo, trabajando en recuperar la autoconfianza, estimulando sus cualidades, enfatizando la objetividad (no la imaginación destructiva), desarrollando control mental. Muchas veces la intervención profesional facilita alcanzar estas metas. (O)

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salmonlenin@yahoo.com