Si el abuelo recorrió América de abajo arriba en motocicleta, el nieto repitió el viaje, pero al contrario: de norte a sur, en autobús, coche y avión. Escribieron, saltaron de país, los dos se dejaron crecer una barba espumosa y murieron antes de tiempo. “Ser el Nieto del Che fue sumamente difícil”, reconoce Canek Sánchez Guevara en un extracto de Diarios sin Motocicleta. “El título no es una burla. Nunca conoció a su abuelo, pero admiraba su valentía por abandonar Cuba para morir por lo que creía. Sí es un juego de palabras y una referencia al libro y la película. Quería criticar los mitos diciendo algo así como tú vas hacia la Revolución y yo vengo”, explicó Alberto Sánchez, durante la presentación mexicana del libro en la Feria del Libro de Guadalajara.

“La infancia es destino”, apuntó Rogelio Villarreal, editor de la revista donde fueron apareciendo por secuencias los relatos del autor. La genealogía de Canek es Guevara y también es Sánchez: padre mexicano y guerrillero que secuestró un avión, se exilió en Italia y con la amnistía de Miguel de Madrid, volvió a México. “Nuestro hijo llevó una vida errante y casi clandestina como nosotros”, explicó Sánchez.

Antes de Diarios sin Motocicleta, su primera obra póstuma ya sonó fuerte. “Se presentó en la feria de Fráncfort y va a ser distribuida en 25 países y en 15 idiomas”, defendió el editor amigo de la familia Jesús Anaya. La presentación del libro del nieto del Che coincidió con la muerte de Fidel Castro. ¿Qué pensaría Canek? El padre responde: “Él sabía que un régimen como el cubano no acaba con la muerte de Fidel, son procesos lentos. Pero habría celebrado que poco a poco se vaya acercando la democracia”. (I)

Publicidad

cultura.elpais.com