Durante el embarazo los hombres pueden experimentar cambios en la disminución de la producción de testosterona o un aumento en la producción de estrógenos y prolactina, lo que les lleva a que también puedan sufrir vómitos o antojos como las mujeres.

"Pese a que se ha estudiado poco acerca de este fenómeno, diversas encuestas sobre las vivencias de hombres que se preparan para la paternidad, como la publicada por la American Psychological Association, certifican que, en la mayoría de los casos, los hombres padecen síntomas del síndrome de Couvade", indica la psicóloga Gabriela Gómez.

En concreto, la experta ha informado de que los síntomas que con mayor frecuencia describen los hombres son náuseas y vómitos, repulsión a algunos olores y comidas, apetencia por ciertos alimentos (los famosos antojos), problemas intestinales y malestar estomacal, dolores de espalda, aumento o pérdida de peso, ansiedad, irritabilidad, cambios de humor o cansancio.

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De hecho, en diversos estudios se ha puesto de manifiesto que entre el 10 y el 65 por ciento de los hombres que van a ser padres presentan muchos de estos síntomas del síndrome de Couvade. "Sin embargo existe controversia entre las explicaciones. Lo que más peso parece tener es el fuerte estrés que se experimenta, y el grado de implicación del hombre con su pareja. El estrés intenso y sostenido en el tiempo da lugar a cambios bioquímicos en el cuerpo que pueden ser los responsables de muchos de los cambios hormonales y también psicológicos", ha puntualizado.

También es muy común que los hombres ganen algunos kilos durante la espera de su nueva paternidad. En este caso, la psicóloga ha comentado que algunos que pueden provocar un aumento de peso con, por ejemplo, el acompañamiento de la pareja en algún antojo, el estrés o la ansiedad producidos por la paternidad, así como la disminución de la práctica de ejercicio físico.

¿CÓMO CAMBIA EL SER PADRES?

Una vez llega la hora de cambiar pañales, dormir poco o echar de menos la música para adultos, todo se ve desde una perspectiva diferente, ya que, ser padre cambia la vida. "Los hábitos que más cambian son el sueño, las actividades sociales y las de ocio. Además, los horarios se ajustan a los de los hijos por lo que toda la rutina se organiza a raíz de las actividades de los pequeños de la casa", ha recordado la experta.

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Por ello, ha destacado la importancia de conservar alguna actividad agradable propia, seguir teniendo algo de tiempo para invertir en uno mismo y no abandonar los momentos en los que la pareja pueda estar sin los hijos.

Por otro lado, la salud debe cuidarse de igual manera o más que antes de tener hijos. "Para mejorar los hábitos de vida debemos pensar en que nuestra alimentación condiciona la de nuestros hijos, por ello sería recomendable que el alimento sea nuestra medicina para vivir más", ha zanjado la doctora Gómez. (I)