Diego Velázquez es sin duda uno de los grandes pintores de todos los tiempos. Y en cierta forma es de los artistas menos comprendidos. Con brillante maestría pintaba tanto a reyes, príncipes e infantas, especialmente de la España del siglo XVII, así como a sirvientes, arlequines y campesinos. El rostro de sus retratos, la profundidad que exhiben sus miradas, la naturalidad de sus gestos, el capricho de esas caras terminan por sobrecogerlo a uno. (Algo similar a lo que sucede con Durero…) Tal era la facilidad con la que Velázquez captaba el alma de quienes posaban para él, que llegó un punto en el que muchos –incluyendo gente de gran poder– optaban por evitar al pintor.

En 1845, John Snare, un coleccionista de arte y librero, compró en una subasta en Inglaterra un cuadro medio ennegrecido y mal curado, que él sospechaba que era obra de Velázquez. Y todo apuntaba a que así era. Se trataba de un retrato del príncipe Charles, heredero de la corona británica, quien había viajado a visitar España en 1623, probablemente para casarse con alguna princesa. Y en ese año Velázquez había estado trabajando en España.

En su libro, recién traducido al español, Velázquez desaparecido: la obsesión de un librero con una obra de arte perdida (Editorial Taurus, traducción de Belén Urrutia, Madrid. 2015), la historiadora británica de arte Laura Cumming rastrea los avatares que sufre Snare con este cuadro. Su vida pareció convertirse en un interminable homenaje a esta obra, la que la exhibía con mucho orgullo por Inglaterra y Escocia.

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Luego de dejar a su familia en Reading, Snare viaja a Nueva York con el cuadro en sus manos. En el Nuevo Mundo cae en miseria y luego regresa a su hogar, aunque a un punto el cuadro parece desaparecer de su vida. Misteriosamente, los rastros de esta obra se esfumaron. ¿Era realmente un Velázquez este cuadro que terminó por obsesionar a nuestro héroe?

La autora traza una estupenda descripción de tres momentos que habrían sido testigos de esta obra. La de la corte real española, sus intrigas políticas y artísticas. La de la Inglaterra de la época de Snare. Y la de Nueva York de fines del siglo XIX. A lo largo de sus páginas, el libro también hace un interesante acercamiento a la figura de Velázquez, así como a esa determinación que a veces domina a los coleccionistas.

El libro puede ser adquirido en la Editorial Taurus o en la Casa del Libro de Madrid.

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hernanperezloose@gmail.com