Son admiradores de su diseño, su potencia, su historia. Ellos fueron invadidos por la inmensa pasión de coleccionar vehículos a escala.

Iván Jarrín Chávez
‘Todos tenemos a un niño dentro’

Cuando tenía 6 años le regalaron un modelo a escala de un Mercedes 300 SL automático, color plateado. “Allí creo que se despertó una afición que aún conservo”, indica Iván Jarrín. “Es una pasión de siempre, no solo por los carros a escala, sino por los vehículos en general”, agrega el propietario de Dicresa, empresa dedicada a la comercialización de vehículos de alta gama.

A los 18 años se compró sus primeros carros a escala. En este pasatiempo ha tenido sus favoritos. “El Ferrari rojo es el sueño de los apasionados por los autos, por su diseño, potencia, sonido, historia, su sangre italiana”.

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Por ello tiene una veintena de esos vehículos, y unos 200 en total de toda marca, para lo cual se ha especializado en el tamaño 1:18 (18 veces más pequeño que el real). Antes solía comprarlos en Estados Unidos, pero hoy puede adquirirlos en Guayaquil. También los consigue por internet.

“En el fondo todos tenemos algo de niños o deberíamos pretender tenerlo siempre. Esta es mi parte de niño y me encanta”.

Pablo Segale Anormaliza
Como símbolos de su voluntariado

Este guayaquileño se llena de sano orgullo al mencionar que es bombero voluntario desde que tenía 18 años. Por ello, sintió una alegría especial cuando hace unos 4 años recibió como regalo su primer carro de bomberos a escala, y decidió iniciar una colección de esos modelos que representan el valor y sentido de sacrificio de los bomberos en el mundo.

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Hoy, a los 44, tiene una veintena de esos vehículos. “La mayoría son modelos estadounidenses. Casi todos son adquiridos aquí en Guayaquil, y unos cuatro son comprados en el exterior”.

Por ejemplo, un Ford modelo T de 1914 readecuado como carro de bomberos, comprado en Miami (en su mano en la foto). “Así eran en esa época. Me parece el más increíble”, indica Segale.

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También le agrada mucho un modelo blanco, adquirido en Guayaquil, que sobresale de entre los demás vehículos. “Ese se parece mucho a uno de los carros que tenemos en nuestro museo, pero en rojo (...). Nuestro cuerpo de bomberos tiene 180 años. En el museo de la institución hay hasta carros de bomberos a vapor que eran halados por caballos”. De conseguirlos a escala, dice, serían grandes tesoros de su colección.

Rafael Guevara Miño
Hasta abrió su propia tienda

A inicios de los años 80, Rafael Guevara trabajaba para la embotelladora de Coca-Cola, por lo cual solía viajar a diferentes países. Allí comenzó a comprar carros a escala con la marca de esa bebida, con lo cual, sin pensarlo, comenzó con una afición que siguió desarrollando cuando, en los 90, se independizó para convertirse en distribuidor de vehículos en Manabí. “Entonces las marcas comenzaban a entregarme carritos a escala para que se los regalara a los clientes que compraban los autos en tamaño real”.

Esa afición lo lleva a tener hoy una colección personal de unos 900 vehículos a escala 1:18.

Pero su colección personal se convirtió en algo más cuando en el 2013 la exhibió en una exposición en el centro comercial City Mall. “Los visitantes comenzaron a pedir que les vendiera los vehículos. Eso originó que yo empezara a importarlos, y eso se convirtió en un negocio”, dice Guevara, propietario de la tienda Hobbiecars, en el segundo piso del Mall del Sol. Los clientes gustan mucho de los carros relacionados con películas o series, como Los cazafantasmas, Batman o Los Dukes de Hazzard. Aunque él sigue prefiriendo sus eternos carritos Coca-Cola. (I)

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