Es conveniente que la relación madre hijo cuando se es bebé, infante, niño sea de apego, pero no de dependencia o codependencia enfermiza.

Es así de fuerte porque cuando el embrión y después feto se ha alojado durante aproximadamente nueve meses en la matriz de su madre alimentándose y dependiendo su entorno exclusivamente de ella, posteriormente al nacer se establece desde los primeros días de la vida una relación muy consistente dado que generalmente es ella quien atiende al infante constantemente, sin embargo al crecer y constituirse en adolescente y posteriormente un adulto es normal que el jovencito tenga otros intereses: amigos, admiración hacia el padre, enamoramientos, deportes, estudios, hobbys, etc, y ya no exclusivamente su madre, pero cuando el vínculo sentimental entre madre e hijo es tan dependiente que todo gira en torno a ella, al grado de que la mujer (enamorada, novia o esposa) es solo un sustituto son señales evidentes de que su pareja padece de mamitis.

Si su compañero necesita para casi todo consultar o recibir la aprobación de su madre antes de tomar decisiones, no tomando en cuenta sus pareceres, gustos o intenciones, con seguridad su ser amado es sumamente inmaduro y tiene terror a crecer y a tomar decisiones por si mismo; se encuentra “adherido” a su mamá por medio de un “cordón umbilical emocional” . Continuaremos el próximo martes con esta temática tan actual e interesante. (O)