Es la tarde del domingo 26 cuando los negros, las doñas, los washayos (priostes menores), bandas de pueblo y personajes que lanzan voladores acompañan a los caporales (priostes mayores) en el ingreso a la parroquia Totoras, que en los días de carnaval celebran las fiestas en honor al Niño Caporal.

Carlos Núñez, representante de los caporales, dirige a los personajes y a las bandas de pueblo que alegran a propios y extraños. Asegura que según relatos de antepasados, la celebración del Niño Caporal tiene más de 200 años, que cada vez hay más gente que se une al festejo y que incluso personas de otras partes del país se anotan como caporales, además participan como washayos, que son los priostes menores que donan mote, voladores, bandas de pueblo o cualquier cosa que requiera el caporal.

“Aquí hay alegría y entusiasmo, además el chico y el grande comparte la alimentación sin ninguna distinción, es una tradición que se pasa de generación en generación a tal punto que cada vez se realiza con mayor entusiasmo”, destaca.

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Núñez señala que este año se anotaron cuatro caporales, que igual número se prevé en el 2018 y que incluso están listos para las fiestas del 2025.

Agrega que la celebración en Totoras es por la fe que le tienen al Niño Dios porque consideran que es muy milagroso, por esa razón incluso se realizó la representación de la persecución del rey Herodes al Niño Jesús cuando nació en Belén.

Carlos Aldaz, morador de Totoras, dice que la celebración al Niño Caporal es parte de la cultura y tradición del pueblo, que por esa razón al festejo se unen no solamente personas adultas sino también niños y jóvenes que quieren que las fiestas continúen. (I)