Los alimentos funcionales son aquellos que, más allá de su función nutritiva, tienen acciones fisiológicas beneficiosas para el organismo y contribuyen a reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas. Unos son naturales y otros son productos diseñador que se convierten en armas terapéuticas.

El aceite de oliva, las aceitunas, el yogur, los frutos secos, los cereales integrales, el pescado, las frutas y verduras se pueden considerar alimentos funcionales naturales. Pero para que estos contribuyan a potenciar la salud deben combinarse con un estilo de vida sano.

Según el especialista en nutrición, Alejandro Núñez, entre las características que tienen los alimentos funcionales está el libre consumo, no tienen restricción o contraindicaciones, la rápida adaptabilidad al organismo, que su ingesta favorezca a la buena salud en corto y largo plazo, y tener una apta inocuidad que garantice la buena salud.

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Hoy en el mercado encontramos yogures con ingredientes funcionales como probióticos, hojas de té verde, que al consumirlo tras el ejercicio aumenta el metabolismo de células grasas promoviendo la reducción de peso; o micronutrientes añadidos como el zinc, calcio y vitaminas, que fortalecen el sistema inmune y mantiene la salud ósea.

Además, están las propiedades de la vitamina A de la zanahoria; los flavonoides de los cítricos; el licopeno del tomate, sandía o fresas; la presencia de fenoles en uvas, ciruelas o berenjenas y el alto contenido en luteolina de lechuga, melón o espinacas, con su gran capacidad antioxidante evitan el crecimiento y la proliferación de células tumorales.

Núñez recomienda incluir alimentos funcionales en la dieta diaria, como complemento a los habitualmente consumidos. (F)