“Mi mamá me traía para que sea una de las doñas que acompañan a los negros, a ella también le había sabido llevar mi abuela y ahora yo le traigo a mi hija de 9 años para que haga del mismo personaje y que la fiesta de los caporales en Salasaca se mantenga como lo han hecho nuestros tatarabuelos, desde hace cientos de años”, dijo Marcia Masaquiza sobre la celebración en homenaje al Niño Dios, que en esta parroquia del cantón Pelileo se lo conoce como Manuelito.

Aseguró que los caporales son parte de la costumbre y tradición cultural del pueblo de Salasaca, que por esa razón desde niños viven la celebración que se realiza la primera semana de febrero. El lunes es considerado el día de la fiesta grande.

Manuel Masaquiza, exconcejal de Pelileo, dijo que los caporales son los que en forma voluntaria por la devoción al Niño Manuelito se hacen anotar el año anterior a la celebración. En la misa del Domingo de Ramos se leen los nombres de los que harán las fiestas.

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Añadió que los caporales visten con trajes que tienen los colores del arco iris, que sobre su hombro llevan el azadón como significado de la deshierba y el trabajo que se realiza en el campo. Argumentó que la fiesta, antes de la llegada del catolicismo, veneraba a la madre tierra, pero que luego se introdujo al Niño Dios a la celebración.

Comentó que a cada caporal le acompañan unas 300 personas que hacen de doñas, negros y los montados (jinetes), que son los personajes de la fiesta.

Para este año se hicieron anotar como caporales Mariano Guaranga, Manuel Jerez, José Jerez, Eladio Jiménez, Gustavo Masaquiza y Jaime Wayra. Cada uno gasta alrededor de $ 20.000 porque tiene que dar de comer y beber a todos los acompañantes, así como pagar a las bandas que amenizan el festejo.

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Orgullo
Masaquiza aseguró que es motivo de orgullo pasar la fiesta como caporal, porque además de la devoción que se tiene al Niño Dios Manuelito por los favores recibidos para la familia, se mantiene lo que es parte de las celebraciones ancestrales del pueblo Salasaca.

Segundo Rufino Masaquiza aseguró que para la fiesta de los caporales las mujeres, que hacen de doñas, visten con sus mejores atuendos, con el traje festivo de Salasaca, con bayetas de diferentes colores e incluso con los collares de coral antiguo.

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Comentó que los antepasados decían que es bueno pasar la fiesta como caporal en honor al Niño Dios porque es la mejor manera de “limpiar los pecados cometidos para evitar ir al infierno cuando se muere”. (I)