Samsung Electronics Co Ltd dijo el lunes que su último modelo estrella de teléfono inteligente de la serie Galaxy S podría retrasarse, comprometiéndose a mejorar la seguridad del producto después de llevar a cabo una investigación sobre las causas de los incendios en sus dispositivos de alta gama Note 7.

Tras concluir unas pesquisas que se prologaron por meses, el mayor fabricante mundial de teléfonos avanzados dijo que el fallo de los productos era culpa de las baterías defectuosas de dos proveedores. Este fracaso le supuso un impacto de 5.300 millones de dólares en su ganancia operativa.

La empresa Samsung no presentará el Galaxy S8 en el Congreso Mundial de la Telefonía Móvil de Barcelona que comienza el próximo 27 de febrero, un foro tradicional para las presentaciones de la serie Galaxy S.

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El jefe de telefonía móvil de Samsung, Koh Dong-jin, no quiso responder a la pregunta de cuándo lanzará la empresa el dispositivo, si bien los expertos vaticinan que empezará a venderse en abril.

Este lunes, la compañía explicó que setecientos investigadores e ingenieros probaron más de 200.000 aparatos y más de 30.000 baterías, y replicaron lo que ocurrió con los celulares Note 7, dijo en un comunicado.

El mayor fabricante de smartphones del mundo atribuyó el problema al diseño y a errores de producción en dos tipos diferentes de baterías cometidos por dos fabricantes distintos.

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¿Qué pasó con las baterías?

La explicación, sumamente técnica, de los problemas se reduce a que las baterías, que eran relativamente grandes, no encajaban bien en los celulares y a que no había suficiente material aislante en el interior.

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Las empresas estadounidenses UL y Exponent examinaron las baterías y la compañía alemana TUV Rheinland analizó la cadena de suministro como parte de la última investigación, señaló Samsung.

Aunque culpó a las baterías de sus proveedores, la empresa dijo que "se responsabiliza por nuestro fracaso al no identificar y verificar los problemas derivados del diseño de la batería y del proceso de fabricación".

La compañía retiró del mercado 3,06 millones de Note 7. La operación comenzó en septiembre tras reportes de que los celulares se sobrecalentaban y quemaban. Samsung lo atribuyó a un defecto en las baterías de litio de uno de sus dos proveedores.

Los nuevos aparatos Note 7, con baterías diferentes, que se entregaron como reemplazo también se incendiaron. Así que Samsung canceló permanentemente la fabricación del producto en octubre. La compañía calcula que los problemas le costarán al menos 5.300 millones de dólares hasta inicios de 2017.

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