El 10 de enero de 2009, 10 días antes de su investidura como presidente, Barack Obama se detuvo en Ben’s Chili Bowl para saborear un hot dog. Ese fue el inicio de un doble mandato en el que su desenvoltura sirvió de vidriera a Washington, convertida desde entonces en capital “cool”.

La visita a este ícono de la comida rápida y símbolo del Washington de ese entonces “es la mejor cosa que nos pasó en términos de impacto económico y gastronómico”, recuerda Nizam Ali, dueño del lugar.

“Le dio valor e importancia a todo el barrio, históricamente afroamericano”, devastado durante los disturbios en U Street poco después del asesinato de Martin Luther King en 1968, explicó el dueño del restaurante sobre el cual está pintado el rostro del 44º presidente estadounidense. (I)